LA CLAVE

Reflexiono

David Cameron y su mujer en la comparecencia de prensa tras anunciarse la victoria del 'brexit'

David Cameron y su mujer en la comparecencia de prensa tras anunciarse la victoria del 'brexit' / RT

ALBERT SÁEZ

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Puesto que vivo en un Estado que me considera menor de edad desde el punto de vista democrático, me dispongo a dedicar el sábado a reflexionar, no fuera caso que un chamán de útlima hora me convenciera contra mi voluntad de lo que debo votar. Reflexiono con el estruendo del 'brexit' de fondo. Una alcaldada en la democracia más antigua de Europa. Un tirunfo del populismo explícito de Nigel Farage y de Boris Johnson, pero también la consecuencia de décadas de populismo latente de los responsables políticos de los estados miembros que han puesto la etiqueta de la UE a un montón de decisiones impopulares que tomaban ejerciendo la soberanía de sus representados. 

Reflexiono y pienso en los desastres a los que nos llevan los atajos políticos. Los que se cocinaban en el siniestro despacho de Fernández Díaz y los que tomó Artur Mas como respuesta tras el 9-N. Reflexiono y recuerdo quién propuso a ese esperpento que responde al nombre de Daniel de Alfonso. Fue Duran que convenció a Mas y al PSC -a cambio de que Albert Batlle fuera su adjunto- y al resto de los grupos parlamentarios excepto a ICV -ahora En Comú Podem- y a Esquerra, madre intelectual de la oficina antifraude que De Alfonso prostituyó con sus martingalas. 

Reflexiono y pienso en el populismo que nos invade. En Europa y en España. Y en la orfandad de la gente sensata, posiblemente la mayoría que atiende la complejidad de sus problemas cotidianos y que no se deja engañar por las soluciones simplistas de los asuntos colectivos. Reflexiono y recuerdo esta campaña montada sobre un debate, un par de programas televisivos donde los candidatos han hecho el indio y el miedo administrado en forma de encuesta. Y este epílogo final del inspector de trabajo de Franco reconvertido en el doctor Mengele del independentismo desde las cloacas del Estado. Y sus tristes conversaciones con un pobre hombre que el Parlament de Catalunya erigió en héroe y ahora lo condena como villano. Reflexiono y pienso en que los votantes españoles no serán tan torticeros como los ingleses de la campiña y entenderán que dos y dos no son cinco. Espero.