Reflexiones después de escuchar a los críticos

XAVIER GINESTA

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Desde mi despacho en la universidad me llegaban whatsapps que me ponían al día de lo qué pasaba dentro del acto unificado de las corrientes críticas del PSC. A veces, algunos de bien encendidos, como que alguno de los ponentes estaba haciendo un discurso incendiario o que algún otro pedía la cabeza de Pere Navarro. De hecho, mientras unos clamaban claramente para romper con la actual dirección, otros --por ejemplo, el histórico Raimon Obiols-- todavía eran reticentes a pensar una vida al margen de las siglas que los han visto crecer. A todos, pero, se los notaba el malestar por una situación que no hace ningún favor a la actual estructura del socialismo catalán.

Al margen de las diferencias que, entre los críticos, pueda haber, el más importante es que la amalgama de corrientes y asociaciones han podido acordar una hoja de ruta conjunta para marcar músculo ante la cúpula dirigente. Era evidente que mientras en la cuarta planta de la calle Nicaragua vieran a los críticos divididos en multitud de plataformas el miedo no correría por los pasillos (o no se haría evidente). La voluntad de coordinar la acción (y la fuerza de 500 personas y algunos nombres de relevo hablando al acto) ya permite pensar que quién se erija como líder de este movimiento tendrá más peso a la hora de enfrentarse con el politburó. Más que nunca, aquí se pone de manifiesto que la unión hace la fuerza.

Las encuestas actuales ponen en entredicho la estrategia oficialista. Los números cantan, por mucho que no lo quieran ver. El PSC se hunde 

mientras ERC por el flanco soberanista y C's por el unionista se mantienen a la alza y ocupan la mayoría del espacio socialdemócrata. En un futuro quizás no demasiado lejano, pensar que el partido histórico del socialismo catalanista puede quedar relegado en una posición de comparsa en el Parlamento puede llegar a dar miedo. Sobre todo, porque el cambio permite el auge de un partido como C's, de raíz lerruixista y con claras ansias (legítimas, sólo faltaría) de romper el actual statu quo del país.

El actual sistema de partidos españoles --cercado y encorsetado para evitar la discrepancia-- hace difícil que esta corriente crítica que ahora nace, unificado, pueda buscar una ensambladura saludable dentro del PSC. De hecho, soy más próximo a pensar que la única solución que tienen esta amalgama de asociaciones y movimientos es aventurarse a crear otro partido "inequívocamente socialista y catalanista", que se sume al acuerdo por el derecho a decidir y ensanche la mayoría política que hoy quiere convocar el pueblo catalán a las urnas. No obstante, más allá del qué suceda, lo más importante es reflexionar por qué el PSC ha llegado hasta aquí. Y, analizando el poco margen de maniobra que deja nuestra (mediterránea) manera de hacer política, hoy el temporal ha estado en la calle Nicaragua, pero también puede llegar en cualquier momento a cualquier otra organización que ahora se cree en buena salud. Sólo falta que alguien no se sienta cómodo con el frame dominante y quiera levantar la voz.