Los SÁBADOS, CIENCIA

Reflexiones desde un congreso

Los encuentros internacionales constituyen una inmersión investigadora de primera dimensión

MANEL ESTELLER

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Escribo estas líneas desde Filadelfia (Estados Unidos) donde me encuentro en una pausa entre sesiones del congreso anual de la Sociedad Americana de Investigación del Cáncer (AACR). Es mi encuentro científico favorito. Por muchos motivos. Para darme la oportunidad de volver a un país que amo y que ha sido clave en el desarrollo de mi carrera. Y por ser un meeting capaz de reunir a miles de personas interesadas en comprender los mecanismos causantes del cáncer y a identificar nuevos marcadores para detectar y predecir el comportamiento de esta enfermedad, así como buscar nuevos tratamientos para combatirla analizando sus puntos débiles, sus talones de Aquiles. Todos haciendo un frente común.

El congreso es un popurrí de temas, desde el crecimiento de los vasos sanguíneos tumorales (neoangiogénesis) hasta la predicción molecular de qué paciente responderá a la inmunoterapia, pasando por el hallazgo de nuevas mutaciones y nuevos fármacos de diseño contra las mismas. Me gusta perderme en este revoltijo multicultural e intentar ser uno más entre la multitud. Ir absorbiendo ideas de aquí y de allí que después quizá podré usar para nuestra investigación. Muchas veces no tengo ni que esforzarme y los nuevos conceptos entran casi por ósmosis. Viendo las caras de algunos asistentes a las charlas y si hacen cara de aburridos o abren los ojos como platos también pones cada resultado presentado en perspectiva. Los americanos, siempre muy efectivos, mezclan las conferencias plenarias o magistrales, con seminarios más pequeños donde los jefes de laboratorio más jóvenes pueden presentar sus resultados. Pero también tienen lugar talleres para desarrollar vocaciones científicas, para aprender a escribir proyectos, para pedir financiación o guías para desarrollar la carrera profesional de un científico. Además tienen también un papel destacado los grupos de pacientes de ese tumor o el otro, desde los tumores infantiles en el melanoma uveal, desde el cáncer de estómago en las leucemias: son los llamados Advocate groups.

También tenemos los investigadores que comienzan recién obtenido el título de licenciado. Entre estos, algunos solo son asistentes, pero otros presentan sus datos primerizos, en medio del nerviosismo, en el formato que decimos poster. Son estos diagramas que resumen en ilustraciones sus resultados preliminares y el autor está plantado a su lado, como si fuera un guardián inglés de la reina. Es la mejor forma de empezar en este mundo e iniciarse en los enigmáticos caminos del networking, tan presente en la ciencia como en cualquier otra disciplina. Yo suelo llevarme un par de mis estudiantes por año de forma rotatoria y así todos pueden disfrutar de esta experiencia de inmersión investigadora.

Los congresos científicos son importantes para conocer los últimos descubrimientos antes de que se publiquen y para poner cara a aquel investigador al que tanto hemos seguido y cuyo trabajo nos gusta tanto. Es un poco como ir a un concierto del músico que tantas veces hemos escuchado en casa o en el coche. Los datos que se presentan pueden darnos pistas para resolver nuestros puzles de laboratorio, pero también estar lejos de casa te da la oportunidad de ver las cosas de otra manera. Cuando oigo a un conferenciante explicar algo, a veces me recuerda otra cosa o me hace pensar en un hecho completamente distinto que podré aplicar en mi investigación. Nuestro cerebro tiene caminos inescrutables.

Los investigadores más seniorsvamos a meetings por muchos motivos y los más jóvenes deben hacerlo para abrirse al mundo. Desde los congresos más grandes, como el mencionado de la AACR, al de la sociedad americana de oncología clínica (ASCO) o el de hematología (ASH). O los mundiales de neurociencia y cardiología. Pero también hay reuniones más pequeñas y específicas para superespecialistas como los Keystone meetings o los Gordon Research Conferences. En Europa, la Sociedad Europea de Biología Molecular (EMBO) y la Asociación Europea para la Investigación del Cáncer (EACR) o la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica (FEBS) también organizan excelentes reuniones.

Pero, además, estos encuentros internacionales también sirven para poner Catalunya en el mapa, ya sea por su proyección exterior o, si la reunión se hace en nuestra casa, para atraer científicos de prestigio y asistentes que nos enriquecen intelectual y económicamente. Ojalá tuviéramos más Mobile World Congress en nuestro país y lo extendiésemos a todas las disciplinas relacionadas con la innovación, la técnica y la ciencia. Ejemplos como las IDIBELL Cancer Conferences o los encuentros organizados por el Centro de Regulación Genómica (CRG) y el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) son excelentes iniciativas en este sentido. Por favor, tengamos los pies en el Born, pero la cabeza en el mundo. Nos vemos pronto en algún congreso.