¿Peligrosa marcha hacia un comité revolucionario?

Hasta los letrados del Parlament cuestionan la reforma del reglamento planteada por el Govern

El 'president', Carles Puigdemont, y el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, durante el anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum.

El 'president', Carles Puigdemont, y el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, durante el anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum. / periodico

JOAN TAPIA

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Parte de Catalunya vive desde hace tiempo en un clima de excitación en el que progresivamente va imperando la confusión. Así se pudo decir que con el 47,8% de los votos en las elecciones plebiscitarias del 2015 había un mandato democrático para la independencia. ¿Es que no sabemos contar? El 47,8% fue un buen resultado (que en Madrid no supieron leer), pero no el 50,01% que da la mayoría en un plebiscito.

Además, la legalidad catalana establecida en el Estatut votado por los catalanes -no ya la ley española- establece claramente que para una reforma del Estatut se necesitan las dos terceras partes de los diputados. Y cualquier persona razonable estará de acuerdo en que proclamar la independencia es algo más trascendente que cambiar el Estatut. ¿Quién puede lo menos, reformar el Estatut -los 62 diputados de JxSí más los 10 de la CUP- puede lo más, proclamar la independencia?

Y la cosa va a peor porque el Govern parece anhelar transformarse en un alborotado comité revolucionario. Hasta el punto de que Joan Coscubiela, exsecretario general de CCOO y el portavoz del grupo parlamentario más a la izquierda (salvo la CUP) en un tuit -el estilo Trump hace furor- ponía ayer el dedo en la llaga: "El concepto de democracia de algunos es el de un Gobierno sin oposición, con medios de comunicación afines y un parlamento sin funciones".

Pues si. Solo así se entiende que el Gobierno catalán haya anunciado de forma confusa un gran acto para el 4 de julio (curiosamente, el día de la independencia americana) para anunciar los detalles del referéndum. Y que réplicas del acto llegarían a más de cien poblaciones catalanas. Está bien que el Govern quiera conectar con el pueblo, pero antes el referéndum tendría que haber sido aprobado, en debida forma, por el Parlament. Cuando esa aprobación no existe y se recurre a la movilización popular, estamos más cerca de un comité revolucionario que de un Gobierno democrático. Lenin también tenía prisa y quería quemar etapas.

DERECHOS DEMOCRÁTICOS

Y lo perpetra un Govern que dice encarnar los derechos democráticos y tres de cuyos 'consellers' -el de Justícia, el de Interior y la de Ensenyament- aplaudían el jueves desde la presidencia la concesión del premio especial del bufete Roca Junyent a Javier Solana, el exministro socialista y exsecretario general de la OTAN, que en el Col.legi d'Advocats decía que Catalunya, en cuyo IQS trabajó su padre cuando volvió del exilio y no pudo enseñar en Madrid, era un país que creía en el Derecho.

Y no es solo Coscubiela. Es que hasta los letrados del Parlament han hecho público un informe en el que afirman que la reforma del reglamento que prepara JxSí, para aprobar en lectura única y por la vía de urgencia la ley de desconexión -quizá en pleno agosto-, puede violar los derechos de la oposición.

Estoy seguro de que en el Govern hay personas de limpia trayectoria democrática que no permitirán que el Ejecutivo catalán se transmute en un comité revolucionario. De esos que empiezan llenos de teórica buena fe y acaban... como acaban.