Pequeño observatorio

El recurso de huir hacia delante

Comparto la opinión de que la separación de poderes es manifiestamente mejorable en España

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Si no me equivoco, es la primera vez que me atrevo a comentar un editorial de este diario. Pero ahora tengo que mostrar mi solidaridad. Yo también creo que el Estado no debería haber presentado una querella contra el presidente Mas, la vicepresidenta Ortega y la consellera Rigau, bajo la acusación de usurpación de funciones, prevaricación, etcétera. El periodista tiene toda la razón cuando dice que «es imposible querer solucionar por la vía de los tribunales un problema que es de índole política».

El error del Gobierno es evidente. Al Gobierno le falta, si aspira a un encaje con Catalunya, lo que diagnostica el editorialista: inteligencia, altura de miras, diálogo, franqueza y predisposición al acuerdo. No amenazas ni prepotencia. Comparto también esta opinión: en España, la separación de poderes –propia de la democracia, digo yo– es manifiestamente mejorable, y el periodista afirma que es legítimo dudar de la independencia de criterio de la Fiscalía General del Estado. Además, añade, eso no reporta seriedad y credibilidad «a una justicia que no va sobrada de esas virtudes».

Termine como termine el proceso, dice el editorialista, «el daño ya está hecho» y «no es más que una huida hacia delante que tendrá unos efectos políticos completamente diferentes a los perseguidos». Con el director de este diario, que supongo que es el autor de este editorial, tengo contacto esporádico. El hecho de que yo no escriba los artículos en la redacción sino en casa explica este distanciamiento físico. Además, él es el responsable de todo y yo solo soy responsable de hacer llegar el artículo diario. En el fondo, un diario es una plataforma de opinión, y como dijo Antonio Maura, «el peligro es que la opinión falte, que deserte, que enmudezca». Y puesto a darme así un pequeño toque de autoridad, también podría acudir a Talleyrand: «Conozco a alguien que tiene más espíritu que todos los ministros presentes y futuros: la opinión pública».