La búsqueda de la inspiración

Rectángulos luminosos

Aún no he encontrado cómo definir esa ligereza mental, la rapidez al unir ideas hasta dar con la lucidez precisa

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JENN DÍAZ

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Son muy pocos los momentos de lucidez plena. Los oficios creativos que dependen en gran parte de la inspiración y de un estado de gracia particular son delicados. Vivian Gornick, en 'Apegos feroces', cuenta cómo ella nota que dentro se le forma un rectángulo, que sería algo así como un haz que viene a iluminar esas ideas, esas percepciones, esas certezas que te ayudarán a desarrollar tu trabajo con más precisión, y que acostumbran a quedar enterradas bajo dudas, suposiciones e incertezas. Ella imagina esos rectángulos, un tipo de embrión que se va abriendo paso y le da a la escritora, de pronto, durante unos segundos, lo que la mayor parte del tiempo permanece amodorrado. Son atisbos, tienes una intuición levísima de lo que quieres, presentimientos, algo vago y confuso que te hace creer que sabes exactamente qué quieres hacer, cómo te gustaría expresarlo. Pero casi siempre se queda en ese estado previo, en vela. 

Carson McCullers, en cambio, hablaba de iluminaciones. Algo eléctrico se daba en ella cada vez que percibía algo vital. Por ejemplo, que un personaje, que hasta entonces estaba por definir y que cojeaba por alguna parte, era mudo. En su autobiografía escribe sobre esos chisporroteos intelectuales que le abrían un camino tapado y oscuro. Carson trabajaba, y duro, pese a su dolor físico, con la voluntad de alcanzar cuantas más iluminaciones posibles. Se dice que la inspiración debe pillarte trabajando, y, de acuerdo, la disciplina y la constancia son imprescindibles para la creatividad, pero ¿qué importa dónde te encuentre un rectángulo que se abre dentro de ti, o una pequeña descarga eléctrica que te da la pista necesaria para seguir adelante?

Aún no he encontrado cómo definir esa ligereza mental, la rapidez al unir ideas hasta dar con la lucidez precisa: no sé si son rectángulos o iluminaciones, pero sin duda a todos nos ataca, de vez en cuando, el momento de la certeza, el famoso dictado. En cualquier caso, la que parece vivir en un constante estado de gracia es la editorial L’Altra, que ya tiene en su catálogo a ambas: Gornick y McCullers. Hay que leerlas.