EL PROCESO SOBERANISTA

Recordando en el 2017 a Tarradellas

Catalunya debe tener presente la lección del 'president' republicano que volvió del exilio

Josep Tarradellas y Adolfo Suárez, el 24 de octubre de 1977, día de la toma de posesión como presidente de la Generalitat.

Josep Tarradellas y Adolfo Suárez, el 24 de octubre de 1977, día de la toma de posesión como presidente de la Generalitat. / periodico

JOAN TAPIA

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Este lunes se han cumplido 40 años desde que el president Josep Tarradellas -después de 38 de exilio- volvió a la Generalitat. Se abrió entonces –tras las primeras elecciones y antes de la aprobación de la Constitución– la posibilidad de que convivieran la democracia y la autonomía de Catalunya. Y Tarradellas –sabía que Catalunya es muy diversa y España muy suya– hizo un gobierno de unidad. Desde Carles Sentís, de UCD y con altos cargos en el régimen anterior, hasta Antoni Gutierrez Díaz, el líder clandestino de los comunistas del PSUC. 

Se inició una positiva etapa, la más larga de democracia en España y la de mayor autogobierno de Catalunya en la historia moderna. No todo ha ido bien y las cosas se enturbiaron con el fracaso del nuevo Estatut en el año 2010. Gran parte del nacionalismo se convirtió al independentismo y el PP no quiso entender a Catalunya. 

La intervención de la autonomía

Pero la respuesta no es romper la Constitución del 78 y declarar la independencia. Y menos cuando no se ha obtenido la mayoría en las urnas, por la vía de los hechos el 6 y 7 de setiembre al pisotear el Estatut votado por los catalanes, y cuando las consecuencias económicas están siendo graves. Y el viernes, con la aprobación por el Senado, de la intervención de la autonomía, se puede perder gran parte de lo logrado desde la vuelta de Tarradellas.

La independencia es hoy, en el mundo globalizado y sin monedas nacionales, no tan relevante. Y nos acaban de remachar que Europa, en la que estamos y de la que no nos interesa salir, es un club de estados. Lo factible hoy es tener más autogobierno en una Europa que –menos rápido de lo imaginado– va asumiendo competencias de los estados. Pero eso exige consenso interno e inteligencia en la relación con España. El Estatut no fracasó solo por la inquina del PP y los temores del PSOE sino también –aunque en menor medida– por las luchas intestinas por la Generalitat entre el pospujolismo, el PSC y ERC.

Lo factible hoy es tener más autogobierno en una Europa que va asumiendo de forma lenta más competencias de los estados

Y el consenso no se construye dividiendo a los catalanes en separatistas y unionistas (el 41% y el 49% según la última encuesta del CEO). El consenso, necesario para que España y Europa escuchen, exige un programa sensato de más autogobierno. 

Tarradellas hizo un gobierno de unidad y ahora pretenden –y parece que no es fácil– la máxima unidad del soberanismo. No es el camino. Por ahí se va a la DUI que desemboca en el artículo 155, y en el choque real de trenes. 

División interna y sublevación

Tarradellas fue primer 'conseller' de Lluís Companys y aprendió –en la guerra, el exilio y en octubre del 34– que la división interna y la sublevación contra una democracia (sí, defectuosa) no es el camino. No lo fue entonces cuando Companys fue arrestado por el general Batet y condenado, repuesto en el cargo tras las elecciones del 36 y más tarde se tuvo que exiliar al final de la guerra civil. Franco fusiló al general Batet, fiel a la república, y a Companys, que fue entregado por la Gestapo.

Afortunadamente hoy las cosas son diferentes. En la UE no hay Gestapo y en España nada que se parezca a Franco. Pero Catalunya debe actuar sin olvidar su historia. A Companys y a Tarradellas.