La clave

Viaje con nosotros

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras (detrás, el 'exconseller' Raul Romeva), en un viaje a Bruselas para dar una conferencia en enero del 2017

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras (detrás, el 'exconseller' Raul Romeva), en un viaje a Bruselas para dar una conferencia en enero del 2017 / periodico

JUANCHO DUMALL

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La 'operación diálogo' con Catalunya, desplegada con notable optimismo por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, pende de un hilo. Al tono agrio elegido por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para referirse a la intervención del 'president' de la Generalitat en una sala del Parlamento europeo ("al señor Puigdemont le han dado el trato que se merecía”) le ha seguido la declaración del delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo, quien esta vez ha dejado de lado el estilo dialogante: “Creo que más que el derecho a decidir, Puigdemont está trasladando el derecho a hacer el ridículo”.

       Tan duras reacciones solo se explican por el malestar que produce en el Gobierno que la Generalitat pretenda internacionalizar el conflicto catalán. Cada vez que desde Barcelona se han desplegado acciones en el exterior se ha producido un férreo marcaje por parte de la diplomacia española y una inmediata contraprogramación por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Nadie diría, a juzgar por los nervios que desatan, que los intentos del soberanismo catalán fuera de las fronteras españolas cosechan fracasos o resultados muy modestos.

       Pero también llama la atención el énfasis que pone la Generalitat para vender como grandes operaciones pedagógicas en el contexto internacional lo que son contactos a muy bajo nivel. El Govern sabe que, hoy por hoy, los líderes de Europa miran para otro lado cuando se les habla del referéndum catalán. Asunto interno de España, zanjan.Y lo cierto es que desde que empezó el ‘procés’, hace casi cinco años, no ha habido cambios de posición, pese al referéndum escocés, el ‘brexit’ y los cambios de gobierno en casi todos los países de la UE.   

LA FOTO DEL AVIÓN

El entusiasmo un tanto juvenil que desprendía la imagen de PuigdemontJunqueras y Romeva sentados en fila en la clase turista de un avión con destino a Bruselas --una foto que invitaba a tararear el ‘Viaje con nosotros’ de la reaparecida Orquesta Mondragón-- habla de la gran distancia que hay entre la pasión de los soberanistas para explicar su proyecto por el mundo y la cruda realidad de unas relaciones internacionales atentas a otras preocupaciones.