Fe y razón

El abrazo entre Artur Mas y David Fernàndez la noche del 9-N se convirtió en la metáfora de muchas cosas. También de la voluntad de CDC de aferrarse a la hegemonía del nacionalismo catalán, bendiciendo a la CUP como unos simpáticos cachorros rebeldes y dejando a ERC en tierra de nadie. Varias operaciones de acoso y derribo a los republicanos, unidas a ciertas horas bajas de Oriol Junqueras, dieron visos de triunfo a la estrategia. Pero el tiempo ha dejado claro que el afán no fue tanto un cálculo de realidades sino más bien el fruto de la fe del que aún se cree intocable y subestima a los contrarios.

La CUP no busca un 'páter familias'. Para eso está la tribu. Por si aún quedaban dudas, se zampó a golpe de asamblea al gran patriarca del 'procés'. El retiro de Artur Mas no solo es determinante para el devenir de una CDC raquítica, sino también para el soberanismo. La épica que destilaba Mas no sirvió para dar de comer a su partido, pero alimentaba la lírica de un viaje que necesita la magia del relato para mantenerse vivo.

ERC es ahora la que se beneficia de la desnutrición de unos y la indomable voracidad de otros. A su alcance, la ansiada hegemonía nacionalista. Su discurso se esfuerza en cocinar la receta de Mas: una mezcla de constancia y seriedad, iluminada por la fuerza del dogma. Pero que nadie subestime a la CUP y su capacidad para desbaratar los planes trazados en despachos, incluso el equilibrio entre la fe y la razón.