Editorial

Rato y el peso del pasado de Bankia

Las diligencias sobre el caso no deben dejar margen para que los ciudadanos sospechen de anormalidades en la justicia

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Las informaciones que van conociéndose sobre la acción emprendida por los poderes públicos contra Rodrigo Rato apuntan que los presuntos delitos fiscales cometidos por el exvicepresidente del Gobierno están relacionados con el escándalo que ya previamente le tenía como coprotagonista: las graves irregularidades que cometió en Caja Madrid y Bankia los años que las presidió. Si se confirma que Rato quiso sustraer al control de la Hacienda española al menos 12 millones de euros para salvarlos de la probable exigencia de responsabilidades económicas por su mala gestión en el banco hoy nacionalizado, su dolo será mucho más grave desde el punto de vista cualitativo. Porque la trayectoria institucional de Rato (el Ejecutivo español y la gerencia del Fondo Monetario Internacional) le obligaba -no solo legalmente, sino incluso moralmente- a ser muy estricto en el respeto de las leyes.

La gestación de la operación contra el exvicepresidente económico tiene algunas zonas de sombra, lo que suscita un interrogante: ¿por qué la Agencia Tributaria, que llevaba meses investigando a Rato, lo denunció ante un juzgado ordinario de Madrid y no, como parecería más lógico, ante la Fiscalía Anticorrupción, que ya ha reclamado el caso, o ante la Audiencia Nacional, que es quien lleva los procesos de Bankia? Los movimientos de los próximos días y semanas deberán aportar luz en este sentido, pero la justicia debe evitar dar motivos para que los ciudadanos teman anormalidades en la instrucción y sustanciación de este grave caso.

También en el plano político planea una duda: ¿perjudica realmente al PP el caso Rato caso Ratoo, por el contrario, demuestra que el partido está comprometido en la lucha contra la corrupción? En política es habitual hacer de la necesidad virtud, y aunque al PP le habría interesado sin duda que este escándalo no estallase, una vez lo ha hecho no puede tener otro discurso que el de desear que la justicia llegue al fondo del asunto. Pero subrayar que los problemas actuales de Rato son por su «actividad privada» no hace olvidar el dilatado y destacadísimo papel que tuvo en el PP. Ni, por descontado, apostatar del que fue mano derecha de José María Aznar exime a los conservadores del coste político de graves anomalías financieras que, estas sí, afectan directamente al corazón del partido, como es el caso Bárcenas.