EL RADAR

Un Rato de cachondeíto

El escándalo de la semana se ha encajado con más humor negro que indignación

JOAN CAÑETE BAYLE

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'Lo que Bankia se llevó. Ratotuille. Sé lo que hicisteis los últimos 30 años'. 'Dinero oscuro casi negro'Desde que surgió la noticia de que Rodrigo Rato se acogió a la amnistía fiscal del 2012 y que la Agencia Tributaria lo investiga por blanqueo, fraude fiscal y alzamiento de bienes, apenas se habla de otra cosa en la conversación pública. En las redes sociales, tan prestas a arrebatos de ira y mofa, hizo fortuna el 'hashtag #PelisconRato', 'trending topic' en varias ocasiones los últimos días: 'Coge el dinero y vuela, Paseando a Miss Rato' (con la foto del exvicepresidente entrando en el coche patrulla, esa mano del policía en la nuca), 'Resacón en el FMI'.

 

Comparado con otros casos célebres de corrupción de los últimos tiempos -Luis Bárcenas, la familia Pujol o, por nombrar otro que implicó a Rato, el de las tarjetas black de Caja Madrid-, la reacción de la ciudadanía se ha saltado varias pantallas: no ha habido, como suele y por este orden, estupor, explosión de indignación, reflexión, asimilación e ironía/sarcasmo. Casi sin pausa hemos pasado del 'vaya noticia, todo el mundo lo sabíaal humor negrísimo. «En el prime time de la parrilla televisiva tenemos a los concursantes imprescindibles para obtener una buena audiencia e incendiar las redes con nuestros comentarios ingeniosos. Los protagonistas confirmados del Talent-show de las influencias, el 'Master-chorizo' y 'Gran Hermano Presuntoson la folclórica Isabel, el noble Iñaki, el gentleman de las finanzas Rodrigo y el introvertido aventurero Luis», escribió María Caro, periodista.

Sin duda, la indignación por la corrupción está en parte metabolizada después de varios años de bombardeo continuo. Sin descartar nuevas sorpresas ni menospreciar la trascendencia del 'caso Rato'la cúspide de lo inesperado tal vez se alcanzó con la confesión de Jordi Pujol. Después de un terremoto de esa magnitud y de haber leído del derecho y del revés los papeles de Bárcenas, un Rato en un coche patrulla mosquea, pero no impacta tanto como si hubiese sucedido algún tiempo atrás. Sin ánimo de jugar a #PelisconRato, lo del exjefazo del FMI (vaya trío de directores gerentes con problemas con la justicia, Rato, Dominique Strauss-Kahn Christine Lagarde) era una crónica anunciada. Rostro de lo de Bankia, apellido de lo de las tarjetas black, lo de ahora viene a ser una confirmación: gorda, sin duda, importante y trascendental, pero confirmación. De ahí lo del cachondeíto como reacción más habitual, de ahí lo de 'El rato con botas', 'El club de la hucha', 'El PPadrino', 'Tú a la cárcel y yo a California', 'Evasión (de impuestos) y victoria'Ya se sabe que el humor negro sirve para distanciarse del golpe recibido. Al ridiculizar a Rato se le deshumaniza, y de esta forma es como si los ciudadanos se blindaran y se vengaran al mismo tiempo de sus (presuntas) fechorías. No es que no haya indignación, es que es mejor reírse con indignación.

Ayudan a que el humor negro haya sido una de las reacciones habituales al notición político/judicial las sospechas sobre el momento elegido y sobre la forma con la que el Gobierno maneja esa ya famosa lista de 705 personas «expuestas políticamente» que están siendo investigadas por presunta corrupción y que en su momento se acogieron a la amnistía fiscal de Cristóbal Montoro. Como Rato. Por mucho que alegre a muchos que Rato haya caído de forma definitiva (?), de ahí a aplaudir oscuras  maniobras políticas desde las instituciones del Estado hay un trecho. Ante la sospecha, y la sospecha existe, mejor reírse del caído: El 'Rato, camina o revienta'; 'Men in tarjeta Black: El Bueno, el Feo y el Rato'.

Y entre tanta risa (triste, indignada), la conversación pública también tiene un reconocimiento a esos movimientos sociales y activistas que llevan años con Rato entre ceja y ceja y que ahora ven cómo los hechos les dan la razón. Esa sandalia de cierto político que tanto se ha visto en Twitter estos días es su símbolo.