Al contrataque

Un 'Ratito'

Aquí no se puede hablar de "casos" de corrupción. Esto ya es un Estado de Corrupción

Risto Mejide

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Yo no tengo ni idea. Pero si la tuviera, no podría hablar de «casos» de corrupción. En un país con un 20% de economía sumergida, más del doble que Francia, Alemania o el Reino Unido. Un país en el que de los casi 14 millones de contratos que se realizaron durante el último año, solo el 2% fueron colocados por el Inem y la inmensa mayoría ocurrieron gracias a algún tipo de contacto, llámalo conocido, llámalo enchufe. Un país prácticamente líder mundial en piratería: solo en el 2014 nos bajamos ilegalmente la cifra récord de 4.455 millones de contenidos digitales, o lo que es lo mismo, 23.265 millones de euros. Y un país en el que la evasión y el fraude fiscal alcanzan cotas de PIB de ciudad-Estado.

Aquí no hay casos. Qué va. Esto ya es un Estado de Corrupción. Estamos a medio minuto de que la noticia sea algún caso de honradez. La corrupción no es que esté a la orden del día, es que está instalada en nuestro ADN, yo lo llamo cromosoma $. La picaresca no siguió el cauce del río Tormes, sino que acabó inundando todo el puñetero país. Hoy los españoles llevamos un presunto delincuente dentro, un espabilao. Hoy todos llevamos un Ratito. Y los catalanes, además, un Pujolet, o mejor aún, un Millet. Paseamos impunemente por las calles y playas, igual que ellos, pero sin yate.

Y es que hay que diferenciar la calidad y la cantidad del dinero estafado. La cantidad depende de las horas de vuelo, y la calidad viene determinada por su procedencia: no es lo mismo el dinero público que el privado. El público tiene que rendir cuentas necesariamente ante todos los españoles. El privado, solo ante sus accionistas. Y ambos, no lo olvidemos, ante la justicia. Una justicia que, desbordada, hipotecada y politizada, perdona tus faltas, archiva tus casos y reduce tus multas en cuanto en vez de ciudadana te llamas infanta.

Alguien mejor que yo

A pesar de ello, me indignan profundamente aquellos que intentan convencernos de que justo por eso los políticos son nuestros representantes. Porque encarnan lo mejor y lo peor de nosotros. Pues oiga, no. Yo, si le doy a alguien mi voto y/o mis impuestos, exijo que ese alguien sea mejor que yo. Que me represente, sí, pero ejemplarmente, a la manera de Gomà.

¿Verdad que no enviamos a los Juegos Olímpicos al españolito medio, calvito, cervecero y barrigón, el que paga el gimnasio pero jamás va? Enviamos a aquellos que han demostrado su excelencia, han pasado un duro proceso de selección y encarnan los valores que nos gustaría tener: sacrificio, perseverancia, determinación. Las federaciones deportivas hacen lo que deberían haber hecho los partidos políticos: seleccionar a los más válidos para que defiendan el bien común. Claro que, debiéndoles más de 200 millones de euros solo a los bancos, es normal que los partidos hagan de todo menos eso. Al fin y al cabo, Rato presidió un gran banco, y usted no.