IDEAS

El vasco aguafiestas

RAMÓN DE ESPAÑA

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Mañana sale a la venta la nueva novela de Fernando Aramburu, 'Patria', y creo que va a ser el primer libro de la 'rentrée' al que le hinque el diente. Guardo un gran recuerdo de 'Años lentos', un texto breve en el que el autor esbozaba el espanto vasco de las últimas décadas, y todo parece indicar que 'Patria', que se pone casi en las 700 páginas, puede ser un notable acercamiento literario a ese famoso conflicto del que habla siempre Arnaldo Otegi para disimular la condición de verdugo que él y sus amigos adoptaron durante demasiado tiempo, mientras el grueso de la sociedad vasca miraba hacia otro lado, seguía poniéndose tibia de 'pintxos' y txakoli y aceptaba la miseria moral como un elemento imprescindible de su forma de vida.

Dudo que este libro siente bien entre aquellos que, desde que ETA dejó de asesinar, han optado por hacer como si aquí no hubiera pasado nada y apostar de forma oportunista por el futuro, no sea que si miramos atrás no nos guste lo que veamos. Para esa gente no es necesaria la autocrítica, ni que ETA pida perdón, ni que el PNV reconozca su permanente falta de empatía (y de guardaespaldas) con los eliminados por no pensar de maneras canónica. ¿Para qué recordar lo malo con lo bueno que tenemos por delante, sobre todo si no nos quitan el chollo del cupo? Empeñarse en escribir novelas como 'Patria' es propio de aguafiestas de esos que acaban creando alarma social con su resentimiento y su obsesión enfermiza con la ética.

Algo me dice que estos razonamientos, por llamarlos de alguna manera, se van a producir en ese País Vasco que Aramburu abandonó en los años 80 para quitarse de encima la roña física, ya que no la moral, que lo persiguió hasta Hannover, donde ahora vive y ha escrito su nuevo libro. Sostiene Aramburu que es ahora cuando hay que escribir esta clase de novelas, que no hay que esperar 50 años a que las escriba alguien que deba recurrir a las hemerotecas para hacerlo. Pero estoy convencido de que 'Patria' va a sentar mal en ciertos ambientes, pues en España la memoria histórica es selectiva: podemos revisitar la guerra civil, la posguerra y el franquismo tanto como nos plazca, pero hay muertos y horrores más recientes a los que nadie quiere acercarse. Será, digo yo, para no crear alarma social y no dificultar la reconciliación. ¡Dios bendiga a los aguafiestas!