Rajoy y la nacionalidad

JOAN TAPIA

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Carlos Alsina se le ocurrió decirle a Mariano Rajoy que en una Catalunya independiente los catalanes no perderían la nacionalidad española. Al responderle el presidente que no era así, Alsina le recordó que el artículo 11.2 de la Constitución Española dice que "ningún español de origen podrá ser privado de la nacionalidad". Entonces a Rajoy solo le pasó por la cabeza replicar: "¿Y la europea?". Y, claro, si no se pierde la española, se conserva la europea.

Al margen del asunto de fondo -ya hay constitucionalistas que dicen, igual que el ministro Margallo, que ese artículo no regiría en caso de secesión-, lo evidente es que el máximo defensor de la Carta Magna fue cogido en un renuncio. Supongo que no por ignorancia, sino porque en el caso catalán está desnortado. Obsesionado porque el PP -contra pronóstico- perdió en el 2004, hizo una campaña escandalosa contra el Estatut y -más grave- presentó recurso masivo al Constitucional cuando ya había sido aprobado en referéndum. Y lo peor es que en sus cuatro años de gobierno no ha sabido -o querido- hacer nada para suavizar la "desafección" denunciada ya por el 'president' Montilla durante el accidentado parto de la sentencia. Cierto es que Artur Mas, que ha pasado en cinco años de 'business friendly' a aspirante a la alianza con la CUP, tampoco se lo ha puesto fácil.

Y es que el independentismo catalán -comprensible como reacción a la sentencia del Constitucional- es tan incompetente como el PP a la hora de hacer propuestas coherentes y sensatas. Vale que Mas y Oriol Junqueras hagan mofa de la metedura de pata de Rajoy, que ha demostrado otra vez que solo sabe comunicar a través del plasma. O a través de la prensa entregada.

Pero proclamar que el error del jefe del Ejecutivo central invalida todos los argumentos que subrayan los efectos negativos de la independencia es absurdo. Si así fuera, Mas no podría ser 'president' porque un día dijo que las selecciones deportivas catalanas deberían jugar con la bandera andorrana. Además, Angela Merkel y David Cameron, que ayer fue contundente sobre que Europa no reconocería una declaración unilateral, no son Rajoy.

También es curioso que los que niegan valor a la Constitución, dicen que Catalunya es soberna y que el Tribunal Constitucional no tiene autoridad moral recurran a esa misma ley para asegurar que los catalanes podrían seguir teniendo la nacionalidad española. ¿Valen unos artículos de la Constitución y otros no?

Doble nacionalidad

Claro que se entiende porque defienden el artículo 11.2. Una solvente encuesta del pasado domingo decía que si Catalunya fuera independiente solo el 23% querrían tener únicamente la nacionalidad catalana, mientras que el 17% preferiría la española en exclusiva. La gran mayoría -el 57%- optaban por la doble nacionalidad, la catalana y la española. Y ese 57% se nutría de un 46% de los electores de Junts pel Sí y de nada menos que un 58% de los de la CUP (un punto por encima de la media)

Está bien que los catalanes sean pragmáticos y huyan del fundamentalismo. Pero cuando un 57% quiere la doble nacionalidad y las encuestas dicen que los que votarían  en un referéndum no pasan del 45%, es incomprensible que el presidente de la Generalitat se lo juegue todo hablando de "la voluntad inquebrantable de los catalanes". Casi tan aberrante como que el jefe de Gobierno de España no sepa responder sobre el artículo 11.2 de la Constitución.

Es difícil que pueda haber diálogo mientras manden Mas y Rajoy. Toca jubilarlos. A no ser que Albiol logre convencer a Rajoy de que "Catalunya entendió la sentencia como una agresión" y Mas recupere a Santi Vila como 'conseller en cap'.