Análisis

Rajoy tiene un plan

Si convence a sus votantes de que la crisis está en vías de solución, el presidente ganará. Quienes no le votan no le preocupan

ANTÓN LOSADA

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Cristóbal Montoro no acudió ayer al Congreso a disertar sobre política presupuestaria. Fue a hacer lírica. Los Presupuestos del 2015 no son una tecnocrática arquitectura de programas, partidas y cifras. Componen un canto a la esperanza, un himno a la alegría y un acto de fe. Vamos a crecer más que los mismos que debieron acudir a rescatarnos hace unos meses. Va a bajar la factura del paro mucho más que el número de parados. Los intereses de la deuda van a resultar una ganga tan auténtica que dan ganas de endeudarse mucho más. Bajando los impuestos a los más ricos vamos a recaudar más entre todos los demás sin que lo noten. Sin hacer nuevos recortes lograremos seguir rebajando el déficit. No son unas cuentas públicas. Son un milagro, como la economía española.

Hasta las elecciones generales, todo en nuestra economía va a ofrecer este carácter portentosamente prodigioso. Mariano Rajoy tiene un plan y lo sigue con la disciplina de quien prepara unas oposiciones, como siempre. Hace tiempo que está convencido de que su reelección se juega exclusivamente en la economía. Si consigue convencer a sus votantes de que la crisis está en vías de solución y de que quedarse en casa puede poner en peligro la recuperación, habrá ganado. Todo lo demás es ruido y quienes no le votan no le preocupan. El presidente solo da buenas noticias y solo habla de economía.

Nada debe estropear el épico relato oficial donde el capitán Rajoy ha sabido llevar el barco hasta doblar el terrible cabo de Hornos. Lo peor ha quedado atrás. Ahora empieza lo bueno. Ya pueden ustedes votar con alegría. Si Europa se para, es su problema. Si Alemania, Francia o Italia entran en recesión, será culpa suya. No nos afecta. España es diferente, aunque pertenezca a la misma zona euro sumida en un estancamiento casi crónico.

El debutante Sánchez

Pedro Sánchez estuvo mejor de lo que muchos esperaban, Susana Díaz incluida. Fue capaz de armar una crítica contundente tanto a la ideología que sostiene los números del Gobierno como a las dañinas consecuencias que provocarán en términos de igualdad, bienestar o cohesión social. Se defendió con solvencia y no se arredró ante el miedo escénico que provoca la enardecida bancada popular. Le faltó la audacia de empezar a decir las cosas que deberá decir antes o después si quiere recuperar a sus votantes. Aún le impresiona demasiado que le llamen demagogo o populista.

La réplica de Montoro demuestra hasta qué punto el debutante superó sus expectativas. Entre prepotente y paternalista, el ministro de Hacienda se preocupó mas de desacreditar la formación, la capacidad y la altura intelectual de Sánchez, o la comunicación con sus asesores, que de reivindicar sus cuentas. Algo no encaja cuando Montoro proclama tener unos Presupuestos repletos de buenas noticias e ironiza sobre la inconsistencia de las críticas de la oposición, pero en lugar de aplastarlas con argumentos se entrega al poco parlamentario arte de hacer chistes malos sobre los asesores de los demás.