La rueda

Y Rajoy sigue sin enterarse

CARLOS ELORDI

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Nada sustancial de lo que está ocurriendo en Grecia es una sorpresa. Y tampoco lo es la incapacidad para hacerle frente por parte de los que mandan en Europa. Los tremebundos escenarios que ahora se están concretando vienen siendo anunciados desde hace meses. En los pocos foros de debate que aún quedan, en la prensa internacional más fiable, incluso en las páginas de opinión de los periódicos españoles. Ahí se ha dicho y repetido que Grecia es un caso perdido. Y que su quiebra tendrá consecuencias muy graves para el resto de Europa, empezando por sus miembros más vulnerables, entre los cuales se encuentra España.

Las cumbres y los apaños europeos que se vienen sucediendo parecen estar destinados únicamente a enmascarar, siquiera por unos días, esas realidades inexorables. La supuesta solidaridad europea ha quedado reducida al apoyo mutuo que se prestan sus líderes para parir unos comunicados que nunca dicen nada nuevo y que solo sirven para intentar adormecer a las cada vez más inquietas opiniones públicas de cada uno de sus países.

Más allá del drama que se está cociendo, aparece una paradoja: cualquier paliativo a los problemas, de haberlo, habrá de ser europeo, o global, y, sin embargo, la mente de los líderes políticos de nuestro continente está puesta en las graves dificultades que todos y cada uno de ellos tienen en su país. La impopularidad creciente que lo europeo tiene en todas las opiniones públicas refuerza esa tendencia.

En España se ha dado un paso más. Lo que está ocurriendo en Europa, que es lo que nos está ocurriendo a nosotros, está ausente del debate preelectoral. Los candidatos ni mencionan lo que se nos puede venir encima. Y el partido que va a ganar acaba de presentar un programa que no valdrá para nada si, como muchos temen, tras el drama griego los mercados se lanzan contra nuestra deuda hasta ahogarla. Eso sí, entoncesRajoy podrá decir que las circunstancias le obligan a hacer lo contrario de lo que quería.