Rajoy y Santamaría buscan complicidades catalanas
Tanto en los premios de Foment como en S'Agaró se ha visto que mucha Catalunya no quiere la ruptura
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
En la última semana el Gobierno español ha desembarcado en Catalunya para defender la aplicación del 155. El pasado miércoles, por primera vez desde el choque de trenes, Mariano Rajoy aterrizó en Barcelona y no eligió un acto del PP -lo habitual en sus visitas-, sino que quiso superar las fronteras de partido.
Presidió la concesión de los premios anuales de Foment, entidad enraizada en Catalunya, caracterizada por la defensa de la industria y que cree que la seguridad jurídica es esencial para el progreso. Y aprovechó el nombre de los premios -Carles Ferrer Salat-, así como que se concediera uno in memoriam a Juan Antonio SamaranchJuan Antonio Samaranch por el XXV aniversario de los Juegos Olímpicos del 92, para ensalzar a dos personalidades catalanas que apostaron sin complejos por el binomio Catalunya-España.
En la casa que preside Joaquim Gay de Montellà y tras compartir mesa con Joan Rosell (CEOE), el 'subalcalde' Gerardo Pisarello e Isidre Fainé (La Caixa), Rajoy lanzó un mensaje para tranquilizar: el 155 fue imprescindible para restablecer la legalidad y habría preferido no tener que usarlo; el objetivo es que se recupere con rapidez, tras las elecciones, el autogobierno catalán, y, finalmente, ya está siendo positivo para generar confianza y superar la inquietud social y el bache económico. Pidió que no se marchen más empresas, prometió ayuda y al acabar su discurso -gesto de distensión- optó por detenerse en la mesa de Santi Vila, el dimisionario 'conseller' de Empresa, y saludarle. Al final, el empresariado aplaudió. Sin entusiasmo, pero con calidez, aliviado.
Y el viernes el desembarco llegó a Girona, la provincia más separatista. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría acudió a las jornadas económicas de S'Agaró que organizan la Cámara de Comercio de Barcelona y la Fundación Internacional Olof Palme, que preside Anna Balletbó. El mensaje fue similar: España es ininteligible sin Catalunya y el 155 es una muestra de respeto al autogobierno catalán, pues acaba con las elecciones del 21-D.
Datos alentadores
El sábado fue el ministro Luis de Guindos el huésped de S'Agaró. Guindos es un habitual de las jornadas y recalcó tanto las buenas perspectivas de la economía española como su convicción de que la catalana se recuperará con rapidez si se restablece la confianza. Incluso afirmó que tras un octubre malo, los primeros datos de noviembre son alentadores.
Visto que Catalunya no está sublevada, el Gobierno Rajoy ha hecho su primer desembarco en busca de complicidades. El empresariado ha estado receptivo. Cree que el riesgo de salir de la UE era una locura inasumible. Y en S'Agaró, tanto Miquel Valls, de la Cámara, como Balletbó -empresaria y socialista- o José Luis Bonet apostaron por tender puentes. Bonet repitió lo ya dicho a EL PERIÓDICO: Freixenet, como otras empresas, se quedó en Catalunya porque el 155 abrió una esperanza de retorno a la normalidad. Pero eso se deberá confirmar el 21-D. Contra lo que predica Carles Puigdemont desde el exilio hay mucha Catalunya -veremos cuánta- que apuesta por no romper.
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