El presidente impasible

Rajoy, nada proclive a sacar conejos de la chistera, se ha fabricado un Gobierno continuista para demostrar que nadie le marcará la agenda

SEGUNDO INTENTO Mariano Rajoy agradece, ayer, el apoyo de su partido.

SEGUNDO INTENTO Mariano Rajoy agradece, ayer, el apoyo de su partido.

ENRIC HERNÀNDEZ

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Mariano Rajoy es poco amigo de sorpresas y sobresaltos. Como prestidigitador no se ganaría la vida: no saca conejos de la chistera y tampoco logra que los problemas desaparezcan mediante el truco de ignorarlos. Solo deslumbra en el arte del escapismo: cuando parecía sepultado y maniatado por las urnas, casi condenado a la asfixia, reapareció en escena con las manos libres y la oposición boquiabierta.

En diciembre del pasado año, como quiera que le disgustó la mano que le habían repartido los votantes, se arrellanó en la Moncloa mientras otros se echaban faroles; él aguardaba su turno. Los naipes le resultaron más propicios en las elecciones de junio, pero ni por esas quiso subir la apuesta. Esperó a que se descartaran Ciudadanos y el PSOE, para acabar llevándose la mano sin tener que mostrar las cartas siquiera.

El presidente impasible llevaba meses alertando de los graves desastres que se cernían sobre España por carecer de Gobierno, y cuando al fin fue investido se tomó otros cinco días para nombrarlo. Tras 319 jornadas en funciones, Rajoy estrena este viernes un Gobierno sin grandes figuras ni ases en la manga. Con una pareja de damas le alcanza.

    Resultaría osado, más propio de exégetas agradecidos, caracterizar el nuevo Gabinete como más dialogante que el pasado, y tampoco cabe tacharlo de inflexible. Su perfil es tan o tan poco centrista como el anterior. Y atiende a la paridad en la misma medida que los precedentes.

REPARTO DE FUNCIONES

En realidad, Rajoy se ha limitado a cubrir vacantes y a reordenar atribuciones para reforzar a la única vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, al confiarle la sensible agenda territorial, pero privándola al tiempo de la portavocía para que no acumule más poder de la cuenta. Recluta a María Dolores de Cospedal para Defensa, pero deja el CNI en manos de su gran antagonista. Engrosa la cartera de Luis de Guindos,Luis de Guindos si bien le niega la vicepresidencia. Y, como única concesión a la galería, sacrifica a los controvertidos Jorge Fernández Díaz y José Manuel García Margallo

    Rajoy ha dejado claro que no tolerará que nadie, ni aliados ni abstencionistas, le marque la agenda. Y que siga la función.