¿Sabe negociar Mariano Rajoy?

Es difícil que el líder del PP pueda ser investido y gobernar sin un pacto previo con Rivera que le pase de 137 a 169 escaños

JOAN TAPIA

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Hay algo en lo que todos coinciden. El 26-J supuso un triunfo de Mariano Rajoy. 7,9 millones de votos, 700.000 más que el 20-D, un 33% de los votantes frente al 28,7%, y 137 diputados frente a 123.

Pero el ganador de aquella noche seguía todavía muy lejos de la mayoría absoluta de 176 escaños. Tendría que negociar una mayoría para la investidura y a ser posible para una legislatura en la que deberá enfrentarse a desafíos muy fuertes: nuevo encaje de Catalunya, reforma constitucional, reforma de las pensiones amenazadas por un déficit que parece crónico, y corrección del déficit público, no solo para cumplir con Bruselas sino para frenar el insostenible aumento de la deuda pública.

Y pasados quince días del 26-J da la sensación de que Rajoy, que proclama que España necesita con urgencia un nuevo gobierno, está actuando con una suicida parsimonia. El calendario ha sido apretado -cumbre europea tras el 'brexit', de la OTAN en Varsovia, y visita de Obama- pero Rajoy parece una tortuga. Una cita -positiva- con Coalición Canaria (un escaño) y otra negativa con el PNV (cinco escaños). Y sorprende que en el entorno monclovita se confiara en este encuentro cuando Iñigo Urkullu tiene elecciones vascas en otoño y es evidente que un acuerdo con el PP no haría subir sus expectativas.

Es un balance muy pobre en su tarea prioritaria que ahora solo puede ser la de articular una mayoría para la investidura. Bueno… Rajoy ha hecho también otra cosa. Primero lanzar la idea -sin ninguna base sólida- de una gran coalición con el PSOE para luego retirarla y pasar a proclamar que los socialistas -por responsabilidad- tienen que dejar que forme gobierno. La gran coalición puede ser una buena idea pero hoy por hoy es imposible. España no es Alemania y Rajoy, que hizo una oposición muy dura contra Zapatero durante ocho y ha gobernado con la insolente prepotencia que le permitía la mayoría absoluta, no tiene la autoridad de Merkel para dirigir un gobierno al fifty-fifty con los socialistas.

Otra cosa -como dice ahora teniendo como aliado intelectual a nada menos que Felipe González- es que, al final, entre nuevas elecciones o permitir la investidura de Rajoy, el PSOE no deba impedir esa  investidura. Pero eso no sería de entrada sino de final. Con solo sus 137 diputados, el PSOE -como ha decidido en el comité federal- va a negarse a permitir por activa (votando) o por pasiva (absteniéndose) la investidura de Rajoy. Y el argumento principal es que el PSOE debe hacer de oposición y no permitir que esa función recaiga en un grupo como Podemos que en estos 6 meses ha demostrado tanto oportunismo como falta de madurez.

Para que Pedro Sánchez se plantee la abstención -difícil- del grupo socialista, o la menos comprometida de media docena de diputados, son precisas dos condiciones. Una, que Rajoy forme una coalición más amplia. Dos, que no haya alternativa posible. Y las dos cosas implican que Rajoy haya alcanzado un pacto con C¿s, similar al del Majestic que Aznar, con 156 escaños, firmo con Pujol en marzo del 96 tras la “amarga victoria”. Si Rajoy une los 32 escaños de Rivera y llega a 169 (170 con el canario) entonces será difícil que el PSOE -insistiendo en el 'no'- obligue a unas nuevas elecciones. Pero si no coaliga el centro-derecha y no logra 169 diputados, Sánchez no le regalará nada. No tienen ganas, le complica la vida interna del PSOE… y queda abierta otra opción, muy aventurada y complicada (es la tesis de Francina Armengol que también baraja Miquel Iceta) de un pacto del último minuto del PSOE con C¿s al que -esta vez y visto los votos perdidos el 26-J- Pablo Iglesias tendría difícil boicotear. Pero este pacto tiene hoy menos legitimidad porque el PSOE y C¿s tienen menos diputados y porque la actitud de Iglesias en estos meses lo hace aventurado.

Por eso no se entiende que Rajoy no haya tendido puentes con Rivera. Unos dicen que es por orgullo y/o desprecio a C¿s. Otros que porque cree que convencerá al PSOE y entonces Rivera sobra. ¡Tonterías! Sin 169 diputados, cerca de la mayoría absoluta, un gobierno solo del PP sería víctima del primer incendio. Y hay varios anunciados. ¿Por qué Rajoy que dice tener prisa ha perdido mas de quince días -hasta el martes- en reunirse con Rivera al que solo recibirá (¡es para nota!) el mismo día que a Iglesias?

La noche electoral -en el discurso desde el balcón de Génova- se confirmó que, bueno, Rajoy es Rajoy. Ahora se abre paso otra tesis. Es un político que sabe mandar en su partido y que aguanta las embestidas internas y externas pero que nunca ha negociado con éxito con interlocutores no sometidos a su disciplina. Es un corcho que flota -y sabe flotar bien bien como demostró contra Aznar en el 2008 y tras el 20-D- pero que no genera empatía para negociar y llegar a pactos que nunca pueden ser del todo satisfactorios. Eso explicaría en parte el desproporcionado bloqueo con el 'business friendly' Artur Mas en el 2012. 

Si Rajoy sabe crear complicidad con Rivera, como Aznar supo hacerlo con Pujol en 1996, será investido presidente sin excesivos problemas. Lo que pasa es que -a 8 de julio- no parece que Rajoy quiera digerir esta ecuación. 

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Una rigidez que tiene antecedentes en Europa","text":"Parec\u00eda que Luis de Guindos era el imparable presidente del Eurogrupo. Al final lo fue un socialdem\u00f3crata holand\u00e9s. Angela Merkel se inclin\u00f3 por el holand\u00e9s. Rajoy cant\u00f3 victoria sin tener en cuenta los dif\u00edciles equilibrios europeos."}}