Rajoy, más humilde pero convencido

JOAN Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El año pasado la economía estaba peor, la tensión con el Ejecutivo de Artur Mas era mayor y Mariano Rajoy llegó a Sitges sacando pecho. Todo iba bien y sobre el temido choque de trenes, el presidente del Gobierno sentenció: "Alguno circula por vía equivocada".

Ahora la economía va mejor -el PIB crece al 2,7% y se crean 400.000 empleos al año- y la división resta fuerza a la virulencia independentista. Sin embargo, Rajoy estuvo más humilde, menos triunfalista y admitió que había cosas en las que se habían equivocado y rectificarían. Puso una clara línea roja: no cambiará la política económica porque ha traído la recuperación y en la próxima legislatura se podrán crear dos millones de empleos. ¿Garantía? En el 2014 y el 2015 se habrá creado un millón.

¿Por qué estaba ayer Rajoy tan convencido de la columna vertebral de su política económica -reforma laboral y consolidación presupuestaria- pero más humilde? Las urnas han hablado. En Andalucía, el PSOE le pegó un revolcón y el domingo, el PP ganó, pero bajó nada menos que diez puntos, del 37 al 27%, está a punto de perder alcaldías relevantes -Madrid, Valencia y Sevilla- y se ha quedado sin mayoría absoluta en todas las comunidades. Muchas de ellas, Extremadura, Valencia, Castilla-La Mancha y quizás la propia Madrid, pueden pasar al PSOE. Y encima el tándem Rivera-Garicano amenaza con robarle muchos votos de centro-derecha en las elecciones de noviembre.

¿Por qué Rajoy -que lo fiaba todo a la economía- ha sido castigado si las cosas van mejor? Su explicación es que la corrupción, y el martilleo de las televisiones, les ha hecho daño. Y admitió -cuando el presidente del Cercle d'Economia, Anton Costas, lo subrayó- que la corrupción es un disolvente de la confianza en las instituciones. También señaló que la bonanza está lejos de haber llegado a todos, que los salarios públicos están congelados y que los del sector privado han bajado.

Las políticas de ajuste, necesarias para que España no se despeñara por el precipicio y tuviera que ser rescatada, como toda Europa temía en el 2012, no dan popularidad. Pero a renglón seguido, el presidente del Gobierno admitió: "Nosotros (y yo) tenemos que hacer un mayor esfuerzo para explicar las cosas". ¿Se arrepiente de la comunicación por plasma? No lo dijo. Sí aseguró que "si el PP rectifica, volverá a ganar".

El ajuste no da votos pero hacer una ley del aborto ultramontana y después tenerla que retirar, tampoco. Y poner tasas judiciales que incendian al mundo jurídico y tener que hacer marcha atrás no indica coherencia gubernamental. Al igual que decir que no al referéndum de Mas (cualquier presidente español habría hecho lo mismo) y luego no hacer ningún gesto. José María Aznar hizo ministro a Josep Piqué, entonces presidente del Cercle, y a Ana Birulés, que venían del catalanismo de orden. No consta que Rajoy le haya propuesto nada ni al actual presidente Costas, ni a nadie del centrismo catalán que no se siente cómodo ni con el PPC ni con la CiU actual.

Por otra parte, el propio Costas explicó que a menudo la protesta social no emerge en lo más hondo de la crisis -la gente está demasiado asustada- sino cuando empieza la recuperación. Rajoy asintió. Por eso está preocupado. Debe recordar que a Felipe González la crisis no le explotó en su muy difícil inicio de gobierno (1983-85) pese a la política de rigor de Miguel Boyer, sino en la huelga general de diciembre del 88, cuando Carlos Solchaga acababa de presentar unos presupuestos expansivos. Entonces la derecha (y la COPE) jalearon con placer las protestas de CC.OO y UGT. Felipe González volvió a ganar todavía con mayoría absoluta las elecciones del 89. ¿Podrá superar Rajoy el shock de los resultados del domingo? Tendría que hacer un discurso más inclusivo y cambiar a sus ministros y dirigentes que creen que hacer política es solo descalificar. Al PSOE, a Mas, a Podemos, a Rivera, y a todo moro Muza que plante cara. Además lo de Bárcenas, Caja Madrid y las fallas valencianas (CampsRus y ahora el delegado del Gobierno) no son "martilleos de las teles", sino una metástasis.

Rajoy ni ayer se explicó demasiado. Es cierto que, como adujo, reformar la financiación autonómica cuando el Estado, contrariamente a lo que se hacía siempre, no podía poner más dinero era difícil. Pero decir no a más autogobierno para Catalunya, porque Mas circula por vía errónea, y no a más financiación porque no hay dinero genera frustración. Y se puede maliciar que también es tomadura de pelo.

Rajoy acabó y anoté dos impresiones. La primera, de un economista liberal ajeno a la política: "Me gusta lo que dice porque es razonable, pero me preocupa lo que calla". La otra, de un antiguo eurodiputado catalanista: "Exceso de tecnocracia, falta discurso político, ha sido más claro lo que ha dicho sobre Europa en pocos minutos que sobre España en una hora. Así no ganará".

Rajoy estuvo ayer convencido, preocupado, casi humilde y dijo, quizás por primera vez, que el PP volverá a ganar solo si se explica y rectifica. No lo tiene fácil, pero el Cercle le escuchó con interés. Y no solo porque hace doce años que, como líder de la oposición o como presidente, no falla a la cita de Sitges.