¿Quiere Rajoy unas terceras elecciones?

Extrañamente, hasta hoy no ha hecho nada por negociar con Rivera un pacto similar al de Aznar con Pujol

Felipe VI recibe al líder del PP, Mariano Rajoy, en la Zarzuela, ayer.

Felipe VI recibe al líder del PP, Mariano Rajoy, en la Zarzuela, ayer.

JOAN TAPIA

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Objetivemos. Lo que pasa es que sufrimos la transición de un bipartidismo imperfecto (quien ganaba formaba Gobierno) a la complejidad de un sistema de cuatro partidos y alguno más. La elección del nuevo jefe del Ejecutivo se ha complicado. Además, la bisagra tradicional (el nacionalismo) se ha hecho independentista (salvo el PNV). El partido de la derecha tiende a creer que tiene derecho natural a gobernar. Y el nuevo partido de izquierdas es raro. Piensa que todo el sistema es corrupto (o sospechoso) y su líder -como prueba de pureza- visita al Rey en mangas de camisa y va en esmoquin a la gala de los Goya.

Sería lógico que Mariano Rajoy formara Gobierno. El PP es el primer grupo (137 diputados) y ha ganado casi 700.000 votos y 14 escaños más que el 20-D. Pero el presidente es elegido por el Parlamento y necesita mayoría absoluta (176 escaños) o más votos a favor que en contra en la segunda votación. Además, el balance económico de su mandato es bueno y la opción de centroizquierda que se intentó antes ha perdido 17 escaños (5 el PSOE y 12 Ciudadanos). La alternativa al PP no es imposible pero sí más difícil que tras el 20-D. 

PASO DESCONCERTANTE

Con 137 diputados no basta. Tiene que sumar voluntades. Aquí no hay, como en Grecia o Italia, una prima de diputados a la primera lista. Para ello habría que cambiar la Constitución. Y ahora hemos aterrizado en territorio desconocido. Rajoy ha aceptado (al contrario que tras el 20-D) el encargo real pero no se presentará a la investidura si no tiene los apoyos precisos. ¿Por qué este movimiento que desconcierta y que implica -para ser suaves- bastante ingeniería constitucional? No podía lavarse las manos como la otra vez sin arriesgarse al ridículo. Piensa que así presiona más a Albert Rivera para llegar a 169-170 diputados y que entonces Pedro Sánchez -o los nacionalistas que hicieron que los vicepresidentes en la Mesa de Ana Pastor tuvieran 179 votos– se abstendrá. 

Además, si no aceptaba el encargo real se arriesgaba a tener que comparecer en el pleno (no tiene mayoría en la Mesa) por el rebrote del 'caso Bárcenas'. Una jueza de Madrid acusa al PP de la destrucción de los ordenadores del extesorero. Un suplicio casi peor que ser derrotado en la investidura. Y no lo será porque si no tiene los votos hará mutis por el foro y lanzará toda la culpa al niñato Rivera o al demagogo Sánchez. O quizá a los dos.                                                                                                                          

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Lo extraño es que Rajoy conocía su situación (la necesidad del apoyo de Ciudadanos) desde el 26-J y no se molestó en ver a Rivera hasta el 12 de julio. ¡Dieciséis días después! Cuando José María Aznar se quedó en 156 diputados en 1996, se tragó su campaña anticatalana, corrió a ver a Jordi Pujol, dijo que hablaba catalán en la intimidad y firmó los pactos del Majestic. Además, Rajoy podía haber rebajado la hostilidad del PSOE (el retorno a sus ataques a José Luis Rodríguez Zapatero por el Estatut, la negociación con ETA y la crisis) negociando la continuidad de Patxi López en la presidencia del Congreso. Ni el más mínimo intento. Así la hipótesis de que Rajoy esté pensando en unas terceras elecciones para -ante el temor al caos– mejorar sus resultados no se debe descartar. Es lo que barruntan 

–con mezcla de inquietud y esperanza– algunos grandes empresarios. 

CINCO ESCENARIOS POSIBLES

¿Qué va a pasar? Creo que ni el propio Rajoy lo sabe, pero veo cinco escenarios. Uno, Rajoy convence a Rivera y entonces será investido. Sería lo normal pero no lo ha intentado y tras el rebrote del 'caso Bárcenas' es más peliagudo. ¿Dónde quedaría la regeneración que predica el líder de Ciudadanos? Aquel maldito SMS que Pedro J. Ramírez publicó en el verano del 2013 (y del que se vengó cortándole la cabeza como director de 'El Mundo') aún lo persigue.

Dos, el PSOE se abstiene, como desean juntos pero por distintos motivos Rajoy y Pablo Iglesias. Es casi imposible y más sin previo cambio de Rivera.

Tres, viendo que no sale, Rajoy se retira (o le obliga una revuelta interna). Poco probable, pues el 26-J le reforzó. Aunque en ese caso todo se arreglaría en dos minutos. Si el PP propone a Luis de Guindos o a Cristina Cifuentes (dos simples ejemplos), Rivera aplaudirá con las orejas.

Cuarto, algún apaño constitucional permite -quizá después de que alguien pierda una investidura tongo para respetar la letra de la ley que dice que hasta ese momento el reloj no empieza a correr- la convocatoria de nuevas elecciones. 

El quinto hoy parece una fantasía pero tampoco se debe descartar. Tras el fracaso de Rajoy, el PSOE propone a Sánchez (o a un socialista con perfil europeísta como puede ser Joaquín Almunia) para presidir un Gobierno que evite las elecciones y que llame a independientes de distinto signo (sin excluir a la derecha) para un periodo de 18-24 meses (con compromiso de cuestión de confianza) y que abra paso a la reforma de la Constitución. Algo parecido acaba de proponer un variopinto grupo de gentes de izquierdas entre los que están Antonio López (el pintor), Gaspar LlamazaresAntonio Gutiérrez (ex de CCOO)…en una doble página de pago en 'El País' el jueves pasado.

Ante el precipicio (nuevas elecciones), la idea podría ser aceptada por Ciudadanos, que hoy no quiere nada con Iglesias, por Podemos y por algún grupo nacionalista. Y PSOE, Podemos y Ciudadanos suman 188 escaños. Pero ni Rajoy ni Sánchez creen. Ya se ensayó tras el 20-D y el hombre del esmoquin dejó claro que no votará a un presidente socialista sin su adecuado vicepresidente. Por muy gran pintor que sea Antonio López, o por mucho que insista Íñigo Errejón

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