LA INVESTIDURA

Rajoy enseña el botón rojo

Rajoy se ha puesto y ha puesto límites al juego democrático, demostrando, en temas de economía y de UE, que es un gobierno intervenido

El aspirante a la reelección, Mariano Rajoy, en la segunda votación de su investidura que puede ser la definitva.

El aspirante a la reelección, Mariano Rajoy, en la segunda votación de su investidura que puede ser la definitva. / periodico

JAVIER AROCA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mariano Rajoy es presidente después de dos intervenciones en sendas sesiones de investidura que han puesto de manifiesto el carácter indudable de su sagacidad, habilidad y carácter político. Su primera intervención fue saludada entre sus fans ('fan' viene de 'fanatic') e incondicionales como de gran altura; en la segunda, no ha buscado brillantez sino dejar clara sus intenciones, mostrando indisimuladamente el botón rojo de caos, vía otras elecciones, si es que los miembros de su informal coalición de Gobierno, compuesta por PP, PSOE Ciudadanos no se comportan, como eso, como socios de Gobierno

En la primera, me permito disentir de sus fans, Rajoy se comportó más como líder del club de la comedia que como otra casa. Su mérito político estribó tan solo en investir como líder de la oposición a Pablo IglesiasPablo Iglesias; y a esperar a que cayera la breva de su segunda ocasión más que muñida desde hace un tiempo en la cocina de la asonada socialista.

En la segunda, seguro y atada ya la fatal decisión de investirle por quienes necesitaba, Rajoy se ha dedicado a lo importante, a destacar que no solo era una investidura, desnuda, sino el mantenimiento de su proyecto, su programa, de futuro desde luego, pero sin un paso atrás en lo logrado, con éxito reconocido, según él, a lo largo de la última legislatura.

NADA DE DEMOLICIÓN

Lo ha dicho muy claro, o yo o el caos, nada de demolición de lo construido, en todo caso, consolidar, ante la cara de circunstancias de la bancada socialista, aun sin conmocionarse suficientemente por los tuits de socialistas de la calle, luego leídos por un provocador Rufián.

La segunda intervención del ya presidente, da otra estocada a los socialistas, primero, porque hunde sus expectativas de una oposición implacable; segundo, porque los deja sin el cacareado argumento de la utilidad de su abstención. Rajoy no va a cambiar y, una vez investido, ya no hay vuelta atrás, el PSOE no es oposición suficiente y está, además, sumido en una crisis orgánica severa.

Rajoy ni siquiera se ha preocupado en convencer a sus socios de la necesidad de someterse a una reválida, se ha dado un 'cum laudem, ha presentado, más que un discurso de investidura, un contrato de adhesión, un trágala, que Ciudadanos y PSOE han aceptado. Difícil papeleta para unos y para otros.

FUERZA "SUMERGENTE"

Muy a pesar de que Rivera se atribuya cualquier mejora visible, la formación naranja se ha erigido, no en una fuerza emergente, sino quizá "sumergente", una vez comprobado que se trata de una 'spin off' del bipartito, ahora en coalición. Más difícil si cabe para los socialistas que han entregado su alma, presumiendo de una oposición feroz que ni los antecedentes recientes, véase Rubalcaba, ni las limitaciones impuestas por Rajoy parecen avalar. Tienen otra dificultad. Por lo observado en ambas sesiones, la oposición será Podemos, tanto al PP, como al mismísimo PSOE.

Se acabó. Rajoy se ha puesto y ha puesto límites al juego democrático, demostrando, en los aspectos que tienen que ver con la economía y UE, que es un gobierno intervenido; lo triste es que quien ha facilitado su investidura, el PSOE, está igualmente intervenido, aunque por otras causas.