Rajoy contra los 'amateurs'

JUANCHO DUMALL

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Pensaban en el PP que los datos económicos positivos de los últimos meses iban a caer como una lluvia fina sobre la tierra sedienta. La bajada del paro y de la prima de riesgo, la revisión al alza de la previsión de crecimiento, las buenas noticias sobre la colocación de bonos del Estado, todo eso debería ser suficiente para que los populares mantuvieran sus posiciones tras las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo, y Rajoy siguiera en la Moncloa después de las legislativas de final de año. Pero no. La macroeconomía no convence a unas capas sociales que todavía sufren la crisis en forma de desempleo, salarios bajos, pérdida de derechos laborales y deterioro de los servicios sociales. Por tanto, se imponía en el PP un viraje táctico. Y en eso estamos.

El acto de presentación de los candidatos autonómicos, celebrado el sábado en Madrid, permitió a Rajoy pasar al plan B, que no es otro que presentar a su partido como el de la experiencia, y a las fuerzas emergentes -Ciudadanos y Podemos- como peligrosos «experimentos». Vean si no algunos de los calificativos con los que el presidente del Gobierno se refirió, sin citarlos, a Albert RiveraPablo Iglesias y los suyos. Frívolos, amateurs, demagogos, doctrinarios de nuevo cuño, candidatos de cafetería, tertulianos ocurrentes, inexpertos... Sin duda, un buen manejo del diccionario de sinónimos.

El AVE

Y, claro, para cerrar el círculo hay que hacer hincapié en que con esa pandilla de indocumentados se pondría fin a la recuperación económica y volveríamos a los tenebrosos tiempos de Zapatero.

En ese contexto, el PP ha recibido como un balón de oxígeno que Ciudadanos defienda frenar el desarrollo del AVE. Es una propuesta -bien fundamentada por el economista Luis Garicano- que los populares piensan explotar a fondo en las comunidades que esperan la llegada de la alta velocidad. Es sabido que el PP lo borda cuando se trata de explotar los agravios entre los territorios.

Ya lo dijo el sábado Rajoy: «Millones de españoles quieren cosas de los seres humanos normales». Por ejemplo, tener una estación del AVE junto a la puerta de casa.