La clave

Rajoy, ante el choque de trenes

JUANCHO
Dumall

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Ante la batalla jurídico-política que ha desatado la declaración de ruptura con España impulsada por Junts pel Sí y la CUP, el Gobierno de Mariano Rajoy sabe que una sobreactuación puede dar bazas al adversario. Incluso en un choque de trenes conviene no pasarse de frenada. Por eso el presidente insiste en todas sus declaraciones públicas en dar al soberanismo una respuesta «proporcionada». Su problema es que tiene que exhibir firmeza, pero sin dejarse llevar por la calentura a la que le empujan algunos medios y parte de su partido. Tiene que tranquilizar a la opinión, pero a la vez enfatizar que el ataque a la democracia es gravísimo.

Ayer mismo, las dos principales cabeceras de Madrid, El País y El Mundo, coincidían en sus editoriales en que Rajoy debe convocar a los dirigentes de los principales partidos con el fin de «comparecer juntos ante la opinión pública para dejar bien claro que no hay fisuras en la defensa de la legalidad constitucional», como señala el segundo de los diarios citados. Y el primero, en un editorial muy duro, acusa además al líder del PP de carecer de un plan frente a la «provocación» y de mantener una «absoluta pasividad». De momento, Rajoy invitó ayer a la Moncloa al líder socialista, Pedro Sánchez, con foto incluida, para pactar una estrategia conjunta frente al secesionismo.

El artículo 155

No faltan, por otra parte, quienes empujan al presidente a anunciar sin más preámbulos la aplicación del artículo 155 de la Constitución, por el que el Gobierno puede «obligar» a una comunidad autónoma a cumplir forzosamente con las responsabilidades en caso de que «se atente gravemente al interés general de España». Es lo que impropiamente se señala como «suspensión de la autonomía».

Pero es obvio que una aplicación extensiva de ese artículo puede provocar una reacción muy fuerte en Catalunya, en lo que sería una escalada difícil de controlar. El momento preelectoral que vive el país tampoco ayuda a mantener la cabeza fría. Los hooligans del PP creen que la mano dura les hace más fácil la victoria el 20-D. Pero, ¿arregla el problema?