La clave

La quita o la vida

Este largo y angosto camino desembocará en una mayor desafección hacia las autonomías

ALBERT SÁEZ

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Anduvo atento Miquel Iceta con el tema de la quita de la deuda autonómica. Hizo sonar un río que llevaba agua. El ministro Montoro ha recuperado la lucidez animado por las súplicas de los barones que tienen elecciones en mayo. Guindos, menos sensible a las cosas del partido y más orientado a hacerse un nombre en Bruselas, preferiría una reestructuración antes que una quita. En Europa no lo entenderían. La quita es un juego de suma cero. La deuda cambiaría de bolsillo pero no de titular. En realidad, sería un reconocimiento implícito de que el límite de déficit estuvo mal repartido desde buen principio cuando Rajoy decidió reducir el gasto autonómico en lugar de reconocer que pretendía recortar en sanidad y educación. Aquellos malabarismos -sumados a la corrupción- están a punto de costarle el puesto a los presidentes populares de Madrid, Valencia y Murcia, entre otros y, de paso, han seguido alimentando la incomprensión catalana.

Sin autonomías

Este largo y angosto camino desembocará en una mayor desafección hacia las autonomías. Para los territorios que no las querían acaban siendo una tortura: gestionar competencias con presupuesto finalista a base de anticipos insuficientes completados con préstamos del FLA a tipos de interés de mercado para acabar pasando por un malgastador, no es una buena carta credencial para intentar ganar las elecciones.

Para los territorios que sí querían la autonomía, esta manera de funcionar tiene sabor de mera descentralización administrativa. Quieren más, o como mínimo, el pacto fiscal como el vasco, tan bien encajado en la intocable Constitución. Por eso les va a costar ver en la quita o en la reestructuración un regalo. Lo valorarán positivamente pero no como un acto de justicia, sino de clemencia por parte de quien previamente les había puesto la soga al cuello.

Ha llegado el momento de dejar de decir sandeces. España es el estado más descentralizado de Europa en asuntos de protocolo. Se multiplican los cargos sin decisiones a tomar. En la media España donde no manda Rajoy con el BOE, manda Montoro con el FLA.