Al contrataque

La quinta de los buitres

Es la liga de los hombres extraordinarios: Rato, Pujol, Fabra y una gran lista de aspirantes al Pichichi de la corrupción, por los goles que nos han metido

Carlos Fabra y Mario Conde.

Carlos Fabra y Mario Conde. / periodico

JORDI ÉVOLE

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Este año es el 10º aniversario del campeonato de España de la corrupción, abierto en el 2006 con el 'caso Malaya': Roca, Julián Muñoz, Pantoja... Esta trama supuso que por primera vez se disolviera un ayuntamiento. En esta década prodigiosa se han vivido momentos inolvidables, desde la 'Gürtel' a los 'ERE', pasando por las manos limpias de Urdangarín. Es la liga de los hombres extraordinarios: Rato, Pujol, Fabra y una larga lista de aspirantes al Pichichi de la corrupción, por la de goles que nos han metido. Unos fenómenos driblando al fisco, escapándose de casi toda la legalidad y hasta contraatacando, como Soria con sus fabulosas excusas. Incluso alguno de estos cracks nos ha deleitado repitiendo la jugada, para que no pensáramos que la primera vez fue casualidad. Ahí está Mario Conde, que ya ha pasado dos veces por el talego. ¡Cuánto talento junto! Es la quinta de los buitres. ¿Cómo es posible que con tanta estrella no haya sacado nadie una colección de cromos con estos artistas? El álbum podría ser de tapa dura a juego con su cara.

O en vez de cromos, hacer un museo de la corrupción. Con dinero negro, claro. Si el franquismo tiene calles, ¿por qué la corrupción no puede tener un museo? Según algunos, no tiene sentido borrar a los franquistas del callejero porque el franquismo es historia. Más historia es la corrupción: la historia de nunca acabar. Es una lástima que España sea tan buena en corrupción, y no le saque partido. Sin ir más lejos, la semana pasada llegaron de visita 3.000 chinos invitados por Tiens, empresa que pretende invertir en nuestro país. Por cierto, nuestro Gobierno en funciones está encantado.

UN MUSEO DE LA CORRUPCIÓN

Suerte que China es de lo más democrático, porque si la empresa fuera venezolana habría quejas. El museo de la corrupción se lo hubiéramos podido enseñar a los 3.000. Y, tras volver a su país, hablarían con tanto entusiasmo que no pararían de llegar chinos para verlo. Lo petaríamos en turismo, porque no hay nada mejor para un turista que sentirse como en casa. Y cuando un chino ve corrupción, no puede sentirse desplazado. Por favor, ¡un museo de la corrupción, ya!

En España se han dado iniciativas para hacer museos de las corruptelas, pero incomprensiblemente han sido rechazadas. En Torremolinos, un concejal de IU propuso en un pleno que la ciudad fuera sede del primer Museo de la Corrupción y el Despilfarro, pero pasaron de él. Y fuera nos han tomado la delantera. En Paraguay hicieron una exposición itinerante, y lo clavaron. ¿Hay algo más itinerante que la corrupción, que va de un sitio a otro y está por todas partes? Y en EEUU un profesor impulsa un museo de corrupciones. Para poder visitarlo, no se deberá abonar entrada y sí sobornar al portero. Ya tardamos en copiarlo. Sin pagar derechos de autor, cómo no.