Gente corriente

Quim Fàbregas: «Antes de viajar a África, era un tío superestresado»

Fotógrafo y guía de turismo emocional. Abrió su empresa en plena crisis con un capital de 150 euros.

«Antes de viajar a África, era un tío superestresado»_MEDIA_1

«Antes de viajar a África, era un tío superestresado»_MEDIA_1

Gemma Tramullas

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Ayer salió de nuevo rumbo a Senegal y Gambia con un grupo de personas que durante 11 días convivirán con cuatro etnias, viviendo en sus casas, comiendo su comida, duchándose con un cubo de agua y participando en sus rituales.

-¿Qué es lo mejor de África?

-La gente: te lo dan todo. Además, África te hace fuerte.

-¿En qué sentido?

-Ver cómo ellos solucionan los problemas y avanzan pese a todas sus carencias, te hace crecer. Antes de viajar a África yo era un tío superestresado. África me ha enseñado a vivir tranquilo, en paz y sencillamente.

-¿Y no se puede vivir así aquí?

-Hay demasiada presión y desconfianza entre las personas. Hace una semana que he vuelto de un viaje y ya tengo taquicardias, me mareo, me duele la cabeza, duermo mal...

-Usted es de Calella de la Costa. ¿Cómo dio el salto a África?

-En 1999 entré de mozo de almacén en una tienda de fotos y en las horas perdidas cogía cámaras para investigarlas. Me compré un libro de fotografía y lo leía por las noches.

-¿Antes de eso no había cogido nunca una cámara?

-No, yo era de los que siempre quieren salir en la foto. Pero un día hice un bodegón y lo mandé a un concurso. Quedé tercero y aquello me animó. Monté un laboratorio en casa y me apunté a un curso de fotografía. A los pocos meses, en enero del 2001, viajé con un grupo de fotógrafos de Calella a la India para hacer un libro sobre la fundación Vicenç Ferrer.

-De Calella a Anantapur.

-Era la primera vez que me subía a un avión. Aquel viaje fue un renacimiento: «Mi vida empieza aquí y ahora tengo claro mi camino». Vicenç Ferrer también era de Calella y éramos vecinos. Yo no lo recuerdo, pero él me cogía en brazos cuando yo era pequeño. Cuando estreché su mano sentí una energía brutal.

-Fue un viaje terapéutico.

-Fue la terapia más intensa de mi vida. Ahora lo tenía claro: viajaría por el mundo haciendo fotos. Poco después viajé a Senegal y Gambia y nada más pisar suelo africano supe que algún día haría algo allí.

-Pero ese día aún tardaría en llegar.

-Durante varios años trabajé para laboratorios fotográficos, hice bodas, comuniones y moda, hasta que en el 2004 monté mi propia empresa. Todo iba muy bien, hasta que llegó la crisis. En el 2008 vivía con un euro al día y tuve que cerrar, ponerme traje y corbata y salir a vender productos de telefonía para sobrevivir.

-¿No se desesperaba?

-Tenía fe, nunca tiré la toalla porque sabía que llegaría mi momento. En marzo del 2009 un amigo me prestó 150 euros y con ese dinero me fui a hacer una ruta por África: alquilé un coche destartalado, dormía en casa de amigos y comía siempre arroz. Entonces empecé a concebir la idea de los viajes responsables.

-¿Cuál era su objetivo?

-Cuando yo viajaba por mi cuenta conocía pueblos y gente, me llevaba todas esas emociones a casa y me sentía feliz. Yo quería ofrecer esta experiencia a otra gente. Mientras pensaba cómo podría hacerlo, un reportaje mío sobre escuelas de Mali quedó segundo en un concurso de fotografía en Estados Unidos.

-Empezaba a cambiar su suerte.

-En tres o cuatro meses, todo dio un vuelco. La agencia Temps d'Oci me contrató y en julio de aquel mismo año ya tenía los primeros viajeros. Ahora lo tengo todo lleno hasta septiembre.

-¿Qué perfil de gente se apunta?

-El 80% son mujeres que viajan solas, sobre todo mujeres que se acaban de separar y que aún están con abogados. Vienen a África y se les pasa todo. Abren los ojos, la mente y vuelven a casa felices.

-¿Cómo devolver a África todo lo que le ha dado?

-Yo no creo en las oenegé y los proyectos humanitarios que hago son en plan particular. Acabo de inaugurar una escuela de fútbol con material donado por la UCF Cambrils. Para mí el deporte es fundamental. Yo aprendí los valores de compañerismo, humildad y muchos otros en la escuela de baloncesto de Calella y esos valores son los que me conectan con África y con los africanos.

-Cuando mira África a través del objetivo, ¿qué ve?

-Veo la transparencia de las personas, eso es lo que veo.

-Por cierto, ¿ya le ha devuelto los 150 euros a su amigo?

-Sííí. Y una cena también.