Quietud

Me gustaría saber quién pone de moda las modas y cómo es que se convierten, algunas, en un fenómeno universal. Lo del 'mannequin challenge', por ejemplo, que nació, según he leído, en un instituto de Florida y que se ha extendido por todas partes, con episodios tan manicomiales como el de un pabellón de baloncesto de la NBA donde todos -jugadores, árbitros, espectadores, vendedores de bebidas azucaradas, chicas que bailan y pelotas- practicaron al unísono, de manera coordinada y armoniosa, el ejercicio de permanecer estáticos durante unos segundos. Esta simpleza ha afectado a la política, las variedades, las escuelas y, sobre todo, los vestuarios de deportistas, tal vez porque lo que funciona, en estos casos, es la confrontación de contrarios. Exponer el quietismo allí donde abunda el movimiento.

De todos modos, como en casi todo -desde Colón a Miquel Sirvent, el nombre real de Cervantes-, Catalunya llegó antes. Estos días se están preparando, en pueblos y aldeas, en idílicos valles pirenaicos y al borde del mar, los pesebres vivientes, la demostración fehaciente de que el 'mannequin challenge' es un invento catalán para conmemorar el advenimiento del niño Jesús. En el día de la Constitución, no estaría mal que se implantara la moda en el Congreso. Que no se mueva ni una coma. Ay, calla, que este espectáculo ya hace tiempo que funciona. Hace casi 40 años que no se mueven las cosas que deberían moverse si no estuvieran quietas.