NEGARÉ QUE LO HE ESCRITO

Quiero votar

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RISTO MEJIDE

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Ahora que vemos que se puede montar un referéndum a espaldas de la legalidad, ahora que las impresoras son las nuevas armas de destrucción masiva, ahora que vemos a fiscales y fuerzas de seguridad sobrepasadas por gente de la calle, por gente normal, ahora que todo el mundo sabe cómo empezó lo que nadie sabe ya cómo acabar. Sólo os faltaba yo con mis exigencias. A que sí. Y parió la abuela. Pues ahí va.

Yo quiero votar. Pero no por la independencia de Catalunya. Eso es una menudencia al lado de lo que les propongo. Por qué quedarnos ahí. Ya que votamos, votemos a lo grande. Ya que nos enfrentamos entre nosotros a urnazo limpio, hagámoslo bien y hasta el final.

Quiero votar, para empezar, amnistía fiscal generalizada hasta que nos devuelvan lo que nos deben. Sí, que todos dejemos de pagar impuestos desde ahora mismo. Que nos los paguen los Bárcenas, EREs, Pujoles y compañía con todo lo que nos han robado. A usted y a mí. Desde hace demasiado tiempo ya. En definitiva, quiero botar a los listos. Y la cara de gilipollas que se nos queda todos los días cuando les vemos irse de rositas, también la quiero botar. Dónde se vota eso. Pongan una urna a tal efecto que yo me voto encima. Ya.

Ya que votamos, votemos a lo grande. Ya que nos enfrentamos a urnazo limpio hagámoslo bien

Quiero votar. Quiero votar un sueldo vitalicio para los que consiguen todos los días que manadas de sonrisas sobrevuelen cualquier hospital. Otro para los dependientes y los enfermos. Para los débiles. Para los necesitados. Para los que lo estén pasando mal. Y paz en el mundo, pensará. Pues sí, porque también he pensado cómo se paga todo eso. Que lo saquen del sueldo vitalicio de esas señorías que por no hacer, cuando hay que votar en el hemiciclo, ni siquiera van.

Quiero votar. Quiero votar una jornada laboral de 12 a 14 horas con descansos cada 20 minutos, y nada de currar de lunes a viernes, hagámoslo de martes a miércoles, que los lunes cuesta mucho levantarse y los jueves son los nuevos sábados. Curremos dos días a medio gas de media jornada y el resto de los días, a descansar. 

Quiero votar también que depongan sus canciones los cantantes de reggaetón y que salgan con los samplers en alto y las letras entre sus piernas, de donde nunca deberían haber salido. Quiero apostar a ver cuántas de sus obras maestras sobrevivirán a la década, al lustro, al año y a la temporada. Ya que son los nuevos Mozart, a ver cuántos de ellos durarán.

Quiero votar expulsión inmediata y con efectos retroactivos a todos los que engullen palomitas en el cine con los dientes por fuera. A los que hacen ruido sorbiendo cualquier cosa. Y a los que dan rienda suelta a su esfínter en un avión. Guerras químicas, auditivas y psicológicas que sufrimos en silencio los demás.

Votaré en contra de los que jamás titubean. De los que rompen barajas y se creen en posesión de la verdad

Y hablando del tema. Quiero votar que les den de baja la línea de teléfono a los que hablan alto por el móvil en el AVE. Me he vuelto experto en empresas que no conozco. Llego al destino siempre pendiente de que no se olviden de los recados. Es un no parar. 

Quiero votar a favor de los que saben cambiar de opinión. De los que dudan. De los indecisos sobre cada vez más cosas. De los que todavía creen en escuchar y en dialogar, sobre todo, en dialogar. Y de los que derriban prejuicios un día sí y el otro también. Votaré en contra de los que siempre tienen una respuesta. De los que jamás titubean. De los que rompen barajas. De los que se creen en posesión de la verdad. De los sordos y ciegos de corazón. Y de todos aquellos que se piensan que nadie les va a enseñar nada ya.

Negaré que lo he escrito, pero la verdad es que no me preocupa nada no tener quórum. Tampoco que nadie haya salido a la calle hasta ahora reclamando estos temas. Porque sé que no nos hará ni falta. En cuanto se sepan mis intenciones, sé que ya no estaré solo. A esa intención soterrada y silenciosa le pondré la bandera japonesa sobre unas posaderas y la llamaré mandato democrático y popular. Y además podremos votarla por mayoría simple. Como se hacen las cosas importantes en este país. Así que lo tengo todo ganado. No habrá nadie más demócrata que nosotros. Y a quien nos critique o nos lo prohiba, le llamaremos fascista, antidemócrata o nazi, que mola más.

Así que ya lo sabe. ¿Quiere usted votar todo esto? Simplemente imprímase este artículo en su casa y entrégueselo a su vecino del quinto. Si no le hace caso, al del sexto. Y así hasta que alguien le reconozca su legitimidad. 

Nada más. Estrene usted república vía referéndum de andar por casa, que es lo que se lleva ahora. Y olvídese de cumplir la ley y las normas, que eso es tan de derechas que hasta da grima, usted siga los designios que le salgan de las gónadas y ya verá como tarde o temprano se plantan en su casa –como en un chiste sin gracia– un mosso, un Piolín, un guardia civil, un juez y detrás, como siempre, un fiscal y el Partido Popular.