EL RADAR

Quién, qué, cómo

El 'sí' o el 'no' a la independencia se ha impuesto en la conversación pública

JOAN CAÑETE BAYLE

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Tres grandes temas marcan la conversación pública en Catalunya desde hace varios años: el proceso soberanista, las causas y consecuencias sociales de la crisis y el fallo sistémico del modelo político creado en la Transición (lo que hemos venido a resumir en palabras como desafección y regeneración), todo ello bajo un eje vertebrador: ellos (los políticos) y nosotros (los ciudadanos). No son temas puros, casi ninguno lo es en esta estructura social en red, horizontal, que va sustituyendo (en unos ámbitos más rápidamente que en otros) al modelo vertical. Una de las fuerzas del movimiento independentista es que, con mayor o menor intensidad y acierto, ha logrado aunar bajo una estelada estos tres grandes temas. De esta forma, el sí o no a la independencia ha acabado imponiéndose, con algún paréntesis como el de Barcelona en las municipales, como el gran argumento de la conversación pública en Catalunya. Y lo ha sido, sin duda, en la campaña de estas elecciones (con todas sus imperfecciones) plebiscitarias. El 'sí' y el 'no' han mandado de forma clara en la conversación, y el ni una cosa ni la otra ha tenido muchas dificultades para hacerse un hueco.

En Entre Todos hemos recibido centenares de cartas, comentarios y artículos de ciudadanos sobre el 27-S. Los argumentos usados pueden reducirse a cinco (cada uno con un número casi ilimitado de ejemplos) que en realidad son dos:

1. Pragmáticos. Son los argumentos que apelan al bienestar común, desde el "España nos roba" al "Juntos estaremos mejor". ¿Cómo viviremos mejor los catalanes, con la independencia o siguiendo dentro de España? Su lado oscuro es el discurso del miedo, desde las amenazas del no (la UE, las pensiones) a las admoniciones del sí ("Si no gana el sí la réplica del Estado será brutal"). Tiene una derivada política: cuál es el mejor encaje de Catalunya con España, desde el autonomismo a la independencia pasando por la tercera vía.

2. Identitario. Catalunya es o no es España. Corolarios son el victimismo desde ambos lados y las apelaciones al corazón, desde el "qué mal nos tratáis" hasta el "por qué os queréis ir". Es, en definitiva, donde el nacionalismo encuentra su cobijo, y ha dado dos metáforas que, por contraste, dicen mucho: donde el independentismo habla de divorcio, el unionismo se refiere a la amputación de una parte de España.

3. Democrático. "La democracia es votar" contra "la democracia es respetar las leyes de las que todos nos hemos dotado". Por debajo subyace en realidad el debate sobre dónde recae la soberanía, en España o en Catalunya. Es decir, si se considera o no que Catalunya es una nación soberana, lo cual nos lleva al argumento identitario.

4. Prioridades. Lo importante es solucionar los problemas sociales / lo importante es zanjar ya el tema de España y Catalunya / lo importante es salir de la crisis y no perder el tiempo con distracciones de banderas. Estos argumentos entroncan con el pragmático.

5. Nosotros/ellos: A dos niveles: el eje nacional (nosotros los catalanes, nosotros los españoles, nosotros los catalanes y españoles) y el eje social (nosotros los ciudadanos, ellos la casta). Al amparo de este argumento, por ejemplo, han surgido los apellidos de els altres catalans en la campaña. Es un argumento que acaba siendo identitario o pragmático, dependiendo del eje que se prime.

Así, los argumentos se dividen, tirando de la brocha gorda, en dos: quién o qué somos, y cómo viviremos mejor. Durante décadas el quién y el qué no le sirvió al independentismo para ser preponderante en el catalanismo político. Ha sido la introducción del cómo, a través de la crisis económica y política, lo que ha llevado a este 27-S tan imperfectamente plebiscitario. Ahora toca dilucidar cuál es su peso no en el catalanismo, sino en Catalunya.