Análisis

¿A qué ha venido Angela Merkel?

Manifestantes contra Rajoy, ayer en Santiago.

Manifestantes contra Rajoy, ayer en Santiago.

ANTÓN LOSADA

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Ahora que ya se ha marchado nuestra ilustre visitante y va bajando esta excitación tan parecida a cuando de niños retornaban a la capital los veraneantes ilustres, la pregunta que nos intrigaba a todos continúa sin respuesta clara. Nadie sabía muy bien a qué venía y la mayoría  seguimos sin saberlo.

Si uno se dejase llevar por el entusiasmo exhibido por parte de los medios españoles, podría  parecer que Angela Merkel acudió a Compostela a implorarle a Mariano Rajoy que aplique su magisterio a arreglar Europa, ahora que la recuperación ha venido para quedarse y el presidente ya ha solucionado los problemas de España con su incansable voluntad reformista. Llámenme imprudente o poco patriota, pero no parece descabellado descartar, de entrada, semejante posibilidad.

También deberíamos eliminar la hipótesis de hallarnos ante el posado publicitario de una Merkel de escapada turística para catar los míticos pimientos de Padrón y un Rajoy que veraneaba cerca y vio la oportunidad de acreditar su condición de hombre que maneja contactos y sabe estar en la pomada. Son gente seria. No se llega a líder mundial perdiendo el tiempo con estas tonterías.

Tras atender a la comparecencia conjunta de ambos mandatarios, muchos deducen que la cancillera ha venido para comunicar que apoyará a Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo porque es otro fetichista del déficit, como ella; pero que Rajoy sabrá sí quiere empeñarse en promover a Arias Cañete para agradecerle su heroico sacrificio en las elecciones europeas. Demasiado despliegue para tan poco anuncio. Todavía falta un año para proclamar a Guindos como sumo pontífice del déficit, y las cosas de los nombramientos suelen llevarse con más discreción y menos antidisturbios.

Algunos analistas se atrevieron a apuntar tímidamente la posibilidad de que ambos líderes acudieran al Camino Jacobeo buscando una revelación que les iluminase durante estos tiempos de confusión. La economía de la zona euro se ha parado. Alemania e Italia han anotado retrocesos en su PIB y Francia permanece estancada. Puede que la recuperación en España sea tan sólida como sostiene Rajoy y que a nosotros nos vaya muy bien mientras al resto de Europa le va fatal, pero solo es cuestión de tiempo que nos acabe yendo igual de mal a todos.

No parece que Rajoy y la cancillera hayan hablado de la evidencia del marasmo europeo tras seis años estrellándonos contra el muro del desempleo y la desigualdad. O el apóstol Santiago no les esperaba en el Camino, o está de vacaciones. Si han llegado a plantearse hasta qué punto la austeridad se ha convertido en la principal explicación para la debilidad del crecimiento europeo, nos lo han ocultado.

Ambos mandatarios se han felicitado uno al otro tantas veces como policías les separaban de los jubilados que intentaban protestar en la plaza del Obradoiro. Angela Merkel Mariano Rajoy parecen haber recorrido ese tramo del Camino que cubren los turistas con poco tiempo y pocas ganas de andar, para dejarnos claro que siguen convencidos de tener razón. La austeridad es el plan perfecto para salir de la recesión, y si todas las evidencias nos indican que no funciona y que solamente ha servido para causar aún más dolor a mucha gente ya muy castigada por la crisis, es culpa nuestra. Nos falta fe. Todavía no hemos sufrido lo suficiente.