Lo que queremos saber del imán de Ripoll
Es Satty inoculó la ira a los jóvenes que atentaron en Barcelona y en Cambrils
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
El presunto instigador de los atentados de Barcelona y de Cambrils, Abdelbaki Es Satty, tuvo contactos con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en el año 2014, cuando cumplía una condena en la cárcel de Castellón. Una prisión de la que no salió para ser repatriado a su país, sino de la que se fue plácidamente para instalarse en Ripoll, donde empezó a ejercer de imán, una posición que le sirvió para adoctrinar a un grupo de jóvenes del que surgieron los autores materiales de los atentados. Mucho antes, en el 2006, estuvo implicado en una investigación por yihadismo que la policía solventó en tres párrafos. El director del CNI, Félix Sanz Roldán, ya ha anunciado su propósito de acudir a la comisión de gastos reservados del Congreso a explicar esos contactos. La opinión pública agradecerá que se conozcan más detalles, porque ha quedado grabada en el recuerdo de muchos la mezquina lucha entre cuerpos policiales que vivimos en las semanas posteriores a los atentados. Una lucha en la que en lugar de intentar aprender de los errores, como hacen los países más avanzados, se trató de buscar culpables entre quienes eran víctimas de los terroristas. Por ello se acumularon las preguntas que ahora reaparecen.
¿Por qué Es Satty salió indemne de la investigación sobre la célula de Vilanova i la Geltrú en el 2006? ¿Por qué se rechazó su expulsión en el 2014 poco después de los contactos que ahora reconoce el CNI? ¿Por qué nadie le siguió la pista a posteriori? ¿Por qué las alarmas no saltaron cuando la policía belga preguntó por el personaje? ¿Por qué nadie le identificó tras la explosión de Alcanar? ¿Por qué aún hoy no tenemos un relato oficial de lo que ocurrió?
En lugar de contestar a esas preguntas en su momento, se optó por insistir en las posibilidades de haber impedido el atentado con bolardos o haciendo caso de los avisos de los servicios de espionaje. Pero lo cierto es que hubiesen matado ese día u otro, en esas circunstancias o en otras. Eran hijos de la ira que les había inoculado Es Satty, burlando todos los controles.
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