GEOMETRÍA CIUDADANA

¿Qué pasa tras el "plebiscito"?

JOAN TAPIA

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¿Qué va a pasar a partir del lunes tras las elecciones autonómicas -por segunda vez adelantadas- y que Artur Mas califica de plebiscitarias?

Tres hipótesis. Primera, la dominante en las encuestas, que el conjunto del separatismo (Junts pel Sí y la CUP) logra la mayoría absoluta de escaños (68) pero no la de los votos. Segunda, que el independentismo consigue las dos mayorías: escaños y votos. Tercera, que se queda incluso sin la mayoría absoluta de diputados. Ninguno de estos escenarios conduce a un panorama claro. Y a la incertidumbre contribuirá la incógnita sobre la identidad del futuro Gobierno central. Además, puede suceder que la mayoría catalana de las autonómicas de este domingo no coincida con la de las generales del próximo mes de diciembre.

El primer escenario (mayoría separatista solo de escaños) generaría una situación confusa y de difícil gestión. Con mayoría de escaños tendría todo el derecho a gobernar, pero carecería de legitimidad para declarar la independencia en 18 meses como propugna su programa. Es difícil proclamar que con pongamos el 47% de los votos (frente a un 53% de todos los refractarios al independentismo) se tiene un mandato para crear un nuevo Estado. El separatismo habría ganado las autonómicas, pero perdido las plebiscitarias

En este escenario, la negociación con el Gobierno que resulte de las generales (no será fácil de formar) será clave. Pero antes de febrero (cuando acabará la interinidad española) podría haber choques peligrosos. Tanto por imprudencia temeraria del Ejecutivo catalán, como del Gobierno de Mariano Rajoy en periodo electoral o en funciones. En todo caso, la inestabilidad duraría unos meses y las incógnitas políticas tendrían consecuencias económicas negativas para Catalunya y para España. Como decía el jueves el catedrático Josep Oliver en este periódico: "En el horizonte se acumulan vientos de tempestad que afectarán la renovada confianza que tanto ha costado recuperar. Cuanto más dilatado sea el periodo de transición... más probable es que regresemos a la recesión. No es precisa una DUI para imaginar situaciones que nadie desea. Basta el colapso de la confianza".

Este escenario también depende de la relación de fuerzas entre Junts pel Sí y la CUP. Si Junts pel Sí sacase un mínimo de 65 diputados, Artur Mas dominaría, al menos a corto plazo, la situación y sería investido presidente. Si Junts pel Sí tuviese 62 y necesitase 8 o 10 escaños de la CUP, todo se enredaría más.

El segundo escenario -mayoría separatista de escaños y votos- daría origen a una situación más definida, pero también con más riesgos. El independentismo se creería legitimado -y obligado- a pasar a la acción. Y todo dependería de la capacidad de negociación y de pacto entre un gobierno catalán con tendencia al maximalismo y un gobierno en funciones o inestable en Madrid. La posibilidad de un virulento choque de trenes, que podría tener consecuencias económicas más negativas que en el escenario anterior, se incrementaría. Aquí todo depende de la fe. Los independentistas creen que podrán imponerse a una España decadente y que surgirá un nuevo y próspero país. Los pesimistas, a veces optimistas bien informados, temen que España y Catalunya queden paralizadas en el conflicto. Y los españolistas recalcitrantes abominan de ese panorama y podrían inclinarse a "restablecer el orden" y suspender la autonomía. Sería un fuerte golpe, quizás mortal, al régimen constitucional. ¿Entonces? La fe.

Queda la tercera hipótesis. Que el separatismo no logre ni la mayoría de escaños. Artur Mas -fracasado por segunda vez- tendría que irse. Los 'unionistas' dispondrían de una mayoría, pero muy fraccionada. ¡Imposible definir una política que uniera desde Xavier García Albiol a Lluís Rabell! En este caso Ciutadans -si fuera la segunda lista más votada- tendría una gran responsabilidad.

Pero la solución solo podría pasar por un gobierno -como el propuesto por Miquel Iceta y Ramon Espadaler- de confluencia de los partidarios de la tercera vía, más Ciutadans, más los convergentes 'arrepentidos' (los que admitieran la derrota), que intentara negociar con el nuevo gobierno español (no sabemos cuál) un nuevo encaje de Catalunya. El fin del 'procés' y la apertura de una nueva etapa. Tampoco nada fácil.

En cualquier escenario hay incertidumbre. Capear la tormenta exigirá capacidad de pacto interna en Catalunya (difícil porque durante 35 años no ha habido acuerdo ni para una ley electoral) y una actitud más inteligente del Gobierno central, sea el que sea.