tú y yo somos tres

¡Qué pareja!

Ferran Monegal

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Después de casi cuatro años de ausencia de la cadena en la que tan colosales éxitos consiguió con Crónicas marcianas, Xavier Sardà ha regresado a Tele 5 como opinador y debatiente de El gran debate. Hombre, la verdad es que este regreso, esta nueva entronización televisiva, ha sido muy entretenida. Sigue siendo Sardà una notable criatura escénica. En los platós se crece -¡díganmelo a mí!- y sabe como pocos dinamizar el debate incrustando en el paisaje de la opinión pinceladas de show. Jordi González le hizo debutar como comentarista de las últimas declaraciones de Cristóbal Montoro, ya saben, esa especie de insinuación, advertencia o amenaza que el ministro de Hacienda acaba de lanzar a periodistas, artistas y creadores de opinión. Respecto de sus relaciones con Hacienda, dijo Sardà, con mezcla de tragedia y de humor: «Yo llevo ya dos cornadas. Una aquí -y se señaló el riñón derecho- y otra muy delicada en la ingle. Ahora estoy relativamente tranquilo. Pero lo que debería hacer el ministro es hablar claro. A nosotros nos tienen controlados. Lo que debería hacer es disparar hacia arriba. El 71% del fraude fiscal no está aquí abajo sino en las alturas». Y el público asistente le premió con una hermosa ovación. Pero quizá el momento más vistoso, desde un punto de vista estrictamente televisivo, fue cuando se juntaron en el plató, mano a mano, cara a cara, codo con codo, Xavier Sardà y Pedrito Ruíz. ¡Ahh! Qué gran pareja cómica conformaron ambos enseguida. Comenzaron con una simulación de enfado muy conseguida, un arranque a cara de perro en el que Pedrito comenzó soltando sin tapujos: «A mí me cae muy mal Javier. Jamás me llevó a Crónicas marcianas a hacer estriptís». Y Sardà le contestó: «Pues tú eres el Beppe Grillo de este país. De modo que no te entierres tanto -refiriéndose al happening que monto el otro día Pedrito escenificando su propio entierro- y ¡preséntate de una vez a las elecciones!». Y ambos se reían como niños.

Hombre, yo creo que aquí hemos asistido al nacimiento de una pareja televisiva que puede dar mucho de sí. El Sardà más potente no es el de aquellos simulacros de entrevistas sobre la marcha que ensayó tiempo atrás (Dutifrí y ¡Usted perdone!), sino el Sardà entendido como gran entertainer y animador de plató. En ese terreno es imbatible. Y con el contraste de la figura de Pedrito a su lado, los repuntes de ironía adquieren un atractivo pintoresquismo.