MI HERMOSA LAVANDERÍA

Que no se despierten

Coixet

Coixet / periodico

ISABEL COIXET

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La plataforma se yergue orgullosa delante del puerto. Es roja, como a menudo son las plataformas, y no está todavía en funcionamiento. Para los de aquí es una amenaza y no la promesa de petróleo y todos sus beneficios, como aseguran las autoridades: puestos de trabajo, riqueza, futuro… Es un tema de conversación en todos los bares, en las panaderías, en las puertas de los colegios... Será casualidad, pero todavía no he encontrado a ningún habitante de las islas Canarias que esté contento con estas prospecciones. Salvo algún alcalde, que ha dicho: "Van a traer empleo a los isleños, aunque sea limpiando las playas en caso de que haya algún vertido porque se pinche accidentalmente alguna bolsa de crudo". Yo diría que esta declaración política debería ocupar un lugar destacado en el 'top ten' de declaraciones absurdas de alcaldes de España. También hay algún que otro político que no entiende el jaleo que se ha montado por parte de los grupos ecologistas, apoyados por la mayoría de la población, y las instituciones canarias.

No entienden las manifestaciones que se suceden, las pintadas, las protestas, las pancartas. No quieren entender, claro, y tachan de alarmistas y erróneos los informes que indican que el crudo que se halla bajo el océano que rodea a las islas es escaso y de mala calidad. Nunca sabremos si los informes que afirman lo contrario están elaborados por expertos más concienzudos o sabios que los otros. Pero nadie –ni parados, ni trabajadores, ni estudiantes, ni taxistas, ni niños, ni amas de casa– quiere tener nada que ver con las prospecciones petrolíferas y sus hipotéticas ventajas.

Las Canarias han vivido principalmente del turismo, y, lógicamente, asustan más los peligros del crudo que sus beneficios. La decisión del Tribunal Supremo de autorizar esta búsqueda ¿habrá tenido en cuenta los informes existentes en ambos sentidos, el sentir ciudadano, los serios peligros –aun en el caso de que hubiera yacimientos descomunales– que para la ecología tendrán estas prospecciones? ¿La seria amenaza para el turismo que todo esto supone? ¿Ni siquiera la declaración de reserva natural de la biosfera para Fuerteventura y Lanzarote por parte de la Unesco puede preservar la integridad de los fondos marinos? ¿No hay otra manera de hacer las cosas, más segura, más democrática, menos unilateral y peligrosa? ¿No es mejor invertir en energías renovables?

Pero hay algo más que está en el aire y que hoy me ha dicho la cajera del supermercado donde acabo de comprar 150 gramos de exquisito queso de Güímar: "Que no se olviden de que esto es tierra de volcanes y a las placas tectónicas no se las puede molestar. Que si se despiertan, no tendremos tierra ni mar suficiente donde escapar".