Gente corriente

«Lo que hago tiene mucho que ver con mi madre»

De Belleville a Vallcarca. En las manos de Julie Marchand los viejos relatos de los años 20 y 50 cobran nueva vida.

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GEMMA TRAMULLAS

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«El corazón tiene razones que la razón no entiende», dijo el matemático Blaise Pascal allá por el siglo XVII. Tras años encadenando trabajos temporales y preguntándose qué quería hacer realmente en esta vida, Julie Marchand encontraría la respuesta, sin querer, en su propia biografía. Tras la muerte de su madre, una experiodista aficionada a coleccionar objetos 'vintage', Julie empezó a crear bolsos y complementos con recortes de revistas de los años 1920 y 1950. Ahora ha dado un paso más y ha convertido estos recortes históricos en 'collages' artísticos que proponen nuevas lecturas. Los expone bajo el título 'Raons de cor' en el centro social Antic Forn de Vallcarca (para concertar visitas escribir a papupproducciones@gmail.com).

-¿Qué hace una parisina del barrio de Belleville en el corazón punk de Barcelona? Vine en el 2004 porque necesitaba poner distancia con mi familia. Mi madre era periodista, pero cuando las redacciones empezaron a informatizarse perdió su empleo y ya no volvió ejercer su profesión. Era una mujer depresiva. Coleccionaba todo tipo de objetos antiguos -zapatos, libros, cinturones, platos... de todo- y los fines de semana íbamos a recorrer mercadillos de segunda mano. Tenía un don para encontrar tesoros donde yo solo veía montañas de basura.

-Ahora usted también es una experta. Ha sido un proceso bastante inconsciente. Mi madre murió en el 2006 sin haber podido realizar su sueño de abrir una tienda y yo no quería que eso me pasara a mí.

-¿Y cuál era su sueño? Ese era el problema, que no lo sabía. Había estudiado Bellas Artes, pero llevaba años encadenando trabajos temporales en tiendas y bares. Un día vi el documental 'Man on a wire', que cuenta la historia de un hombre que dedicó su vida a hacer realidad su sueño de caminar sobre un cable que unía las torres gemelas de Nueva York a 415 metros del suelo. Cuando acabó estaba conmocionada: «O saltas al vacío de una vez o te quedas toda la vida detrás de la barra de un bar», me dije.

-Todo indica que saltó. En el 2008 dejé el trabajo y con el dinero del paro me encerré en casa a probar cosas. Empecé a trabajar usando el único objeto que me había llevado de casa de mi madre: su máquina de coser. Tenía una pequeña colección de revistas antiguas y empecé a recortarlas para hacer composiciones, plastificarlas y convertirlas en carteras, neceseres y bolsos. Así nació la marca Papup.

-Y así fue como volvió a recorrer los mercadillos en busca de revistas antiguas. Entonces yo no era consciente de la relación que aquello podía tener con mi madre, pero supongo que era una manera de reencontrarme con ella, de sentirla nuevamente. De forma inconsciente, lo que hago tiene mucho que ver con mi madre.

-¿De las revistas antiguas le interesan más la imagen o las historias? Me encanta la gráfica y me interesan sobre todo las historias relacionadas con los consejos a la mujer. Utilizo sobre todo revistas francesas de los años 20 y 50, porque se han conservado más. Con las publicaciones españolas de los 50 tengo que ir con cuidado porque, aparte de que el papel es de peor calidad y se rompe, puedo encontrarme un titular de Franco elogiando la patria dentro de un neceser.

-Los recortes de la exposición no tienen pérdida. Por ejemplo: «Para tener más de una mujer hay que pedir permiso al ayuntamiento y además consultar a la primera mujer». O: «Un amante audaz y apasionado rapta a su amada en plena calle». Era una época muy machista y a lo largo de los años he ido acumulando un montón de material de este tipo, donde continuamente se le dice a la mujer cómo tiene que vestirse y comportarse. Yo le he dado la vuelta a estos mensajes y ahora ellas aparecen como mujeres rebeldes, son ellas las que toman la palabra.