Qué bonitos los anuncios

Las primeras veces no te fijas, pero cuando has visto un montón de anuncios en la tele de Estados Unidos -y ponen muchos-, te percatas de que algunos productos utilizan la comparación directa con los de la competencia, con nombre y todo, para venderse y de paso mirar de hundirlos. Es el capitalismo en su esplendor, luchando en la lona del ring. Hace unos años, los anuncios que dominaban este tipo de publicidad eran los de Coca-cola y Pepsi. Los publicistas intentaban ser ingeniosos y sutiles, y a veces el anuncio daba la vuelta al mundo (era viral antes de que existiera este concepto infeccioso). Hoy en día todo es más obvio y tiene lugar sobre todo en el mundo de la telefonía móvil. Las compañías critican a la competencia con metáforas fáciles: AT&T es una mujer guapa y Verizon es un oficinista seboso. Hay un anuncio del muevo móvil HTC con Windows que propone una charla de tocador entre dos asistentes virtuales: su Cortana y Siri, la del iPhone de Apple. Siri tiene una voz robótica y admite que no recuerda muchas cosas. Cortana es más humana y quiere seducir con simpatía. Todo se reduce a una discusión femenina.

Las leyes del mercado español no permiten esa publicidad directa donde lo que cuenta es desprestigiar al rival. Así los consumidores se instalan en un terreno un poco más ambiguo, hecho de metáforas, dobles sentidos y mensajes subliminales, y me pregunto si no es también una forma de fingimiento que nos predispone a desconfiar de los demás. ¿Ha dicho lo que quería decir, o era una ironía para decir todo lo contrario? Quizá sería mejor decir las cosas por su nombre. En ese panorama me gustaría ver cómo se las arreglan los bancos para atraer a los posibles clientes. Cómo se atacan con reproches sobre deudas y rescates, hipotecas y desahucios. Tras la exitosa campaña publicitaria del Banc de Sabadell, con esos diálogos entre gente interesante, me gustaría ver si alguna entidad les echa en cara que avalen los tres millones de euros para la fianza de Rodrigo Rato. «Traiga el dinero a nuestro banco: nosotros nunca lo haríamos».