La rueda

Lo que se avecina

Los elegidos deberán aprender a hacer política en un entorno más exigente y polarizado

JOAN SUBIRATS

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Estamos en vísperas. Las incógnitas son muchas. Algunos sectores han puesto mucho énfasis en que estas elecciones marcarán el inicio de algo nuevo. Desde otros ámbitos, se insiste en que lo nuevo no es tan nuevo, y que al final las cosas van a seguir más o menos igual. Argumentos para ambas posiciones los hay y los seguirá habiendo el lunes. Entre otras cosas porque hablar en general de 13 comunidades autónomas y de más de 8.000 municipios permite todo tipo de exageraciones, simplificaciones y de selección cuidadosa de lo que conviene destacar y de lo que conviene silenciar. Por tanto, mientras esperamos las elecciones catalanas de septiembre y las generales de cuando Rajoy quiera, nos deberemos centrar en ver, ciudad a ciudad, comunidad a comunidad, qué ha pasado y qué orientación general de cambio y de continuidad se detecta.

Todos sabemos que ciertos lugares y ciertas comunidades van a marcar el balance. Ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, o comunidades como la valenciana, Madrid, Aragón o Navarra, serán, desde mi punto de vista, termómetros significativos de por dónde estamos transitando. Un análisis fino de las encuestas ya apunta cosas (diferencias por edades, por niveles educativos...), pero veremos ahora si todo ello se confirma.

De lo que no me cabe duda es que, también en política, las cosas ya no van a ser iguales que antes del 2011. No pueden ya ser iguales, porque todos los parámetros económicos y sociales en los que se sustentaba el sistema político español se han modificado de manera irreversible. Los grandes partidos lo saben y ya han cambiado sus mensajes. Ahora solo falta que cambien su manera de ser y de funcionar. No sabemos qué nombres ni qué rostros serán los nuevos protagonistas, pero sean quienes sean, deberán aprender a hacer política en un nuevo entorno, más exigente, más líquido, más polarizado.