Dos miradas

Puzle nacional

EMMA RIVEROLA

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El puzle del mapa político en Catalunya anda desencajado. La aparición de nuevas piezas y el rediseño de las antiguas complica el ajuste. Catalunya nunca tuvo un único objetivo. Basta con echar la mirada 80 años atrás para recordar que mientras unos cerraban sus pisos acomodados y huían al fracasar el golpe en primera instancia, otros trataban de mantener el orden republicano, algunos más estaban por hacer la revolución y la mayoría se centraba en sobrevivir.

Pero ya en democracia, mientras el eje social y el nacional estaban equilibrados, el puzle de las ambiciones políticas colectivas era más homogéneo. La idea de una Catalunya motor de España servía a la mayoría. Permitía apropiarse de cierta modernización del Estado, así como alentar el orgullo nacional. Hoy, esa idea solo provoca fatiga. Para la mitad que mira a la independencia, ser motor de 'otro' es absurdo, más aún cuando se está en la ingente y confusa tarea de formar un nuevo Estado. La otra mitad no es homogénea. Para algunos, España ya está bien como está. Para otros, urge una reforma total. Todos se ignoran entre ellos y defienden su parcela, creando un mosaico de voluntades nacionales. El referéndum puede ser un objetivo político que genere cierto consenso, pero no es una idea colectiva. No es un propósito que impulse una transformación social. Al fin, quizá solo el diálogo perdido sea el único espacio que podamos construir. La patria común.