El nuevo tablero europeo
Putin en el frente de París
El presidente ruso apuesta como presidenta de Francia por Marine Le Pen, que quiere liquidar la UE
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
Francia ya no es lo que era. Pero sin Francia junto a la seria y próspera Alemania no hay Europa. Y las presidenciales de este año (segunda vuelta el 7 de mayo) pueden liquidar el proyecto europeo, pues la candidata destacada en las encuestas, Marine Le Pen, del Frente Nacional, propone abandonar el euro y un referéndum para salir de la UE. La batalla de París es, pues, relevante para el futuro de todo el continente.
El mundo ha cambiado tras la crisis, la globalización y las fuertes corrientes migratorias. Los tradicionales partidos conservadores o socialdemócratas son acosados (no es el caso de España) por una ola populista-nacionalista de extrema derecha. Y en Francia la actual aversión a lo establecido y el fuerte deseo de cambio apuntan a que los dos candidatos de la segunda vuelta serán outsiders al aparato de la derecha republicana (Nicolas Sarkozy) o al socialista. El contrario a Le Pen sería así Emmanuel Macron, un brillante economista de 39 años que estuvo próximo a Michel Rocard, que trabajó en la Banca Rotschild y al que el socialista François Hollande hizo ministro de Economía. Pero Macron –alérgico a la rigidez izquierdista– dimitió y fundó el movimiento En Marche (cuyas iniciales, EM, son las suyas), que se define como europeísta y de centro-centro.
LOS TÓPICOS DE SIEMPRE YA NO SIRVEN
Macron puede ganar en la segunda vuelta por la repulsa al Frente Nacional, como ya pasó en el 2002 cuando eso facilitó la victoria de Jacques Chirac contra Jean-Marie Le Pen (padre de Marine). Pero a día de hoy la nacionalista va por delante del europeísta (ese es el eje de la batalla) con un 26% de intención de voto frente al 23%. Y En Marche es un movimiento improvisado, sin estructuras sólidas, que puede quebrarse. Y los votos seguros (los que dicen que no cambiarán) de Macron son solo un 33% frente al 74% de Le Pen. Para ilustrar que los tópicos de siempre ya no sirven, según esta encuesta de Le Monde los obreros que dicen que irán a votar lo harán en un 44% por Le Pen, un 16% por Macron, un 14% por Melenchon (parecido a Podemos) y un 12% por el candidato socialista.
No se puede despreciar, pues, la posibilidad de un triunfo de la candidata populista, nacionalista y antieuropea. Y los mercados lo empiezan a oler, pues las ventas de bonos franceses están siendo este febrero de 16.000 millones de euros diarios, el doble que el año pasado y un nivel similar al periodo 2010-2012, de crisis del euro. Y el diferencial entre el bono a diez años alemán y el francés ha subido a un 0,69%, el más alto en cuatro años.
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A este incierto escenario hay que sumarle Vladímir Putin, que apuesta por la candidata antieuropea. En Estados Unidos –lo afirman sus propios servicios de inteligencia– hubo filtraciones de los servicios rusos (tras el hackeo de los ordenadores de la campaña demócrata) que pretendían dañar a Hillary Clinton y beneficiar a Donald Trump. Y pudieron ser decisivas, porque Hillary sacó casi tres millones de votos más y la victoria de Trump en el colegio electoral se debió a solo unos 89.000 votos más en tres estados. Y el contubernio llegó a tal extremo que Michael Flynn, el consejero de Seguridad Nacional de Trump –puesto clave que desempeñó Kissinger con Nixon antes de la Secretaría de Estado–, ha tenido que dimitir por contactos sospechosos con el embajador ruso.
RUMORES CONTRA MACRON
Y este clima con aire del Spielberg de El puente de los espías ha aterrizado en París. Richard Ferrand, secretario general de En Marche y diputado socialista, ha denunciado que su sitio informático está sufriendo ataques repetidos desde Ucrania y que dos sitios –Rusia Today y SputnikNews– financiados por Rusia difunden rumores contra Macron acusándole de estar financiado por «el rico lobi gay» o de ser un agente americano al servicio del lobi bancario. Y el famoso Julian Assange ha dicho a Izvestia que tiene datos comprometedores sobre Macron que provienen de los e-mails pirateados a Clinton. El mismo secretario de Defensa americano, James Mattis, afirmó el jueves en Bruselas que «ya hay pocas dudas de que [los servicios rusos] han interferido en un buen número de elecciones democráticas».
Si tras las elecciones –en las que todo es posible por la fluidez del electorado– Le Pen es presidenta de Francia, Putin habrá ganado una batalla clave para dominar Europa. Tendrá en París una aliada que defendió la invasión rusa de Crimea y quiere liquidar la UE, una realidad antipática para al antiguo jefe del espionaje soviético pues ha integrado –y protege, junto a la OTAN– a países del Este como Lituania, Polonia o Chequia, que estaban en la órbita de Moscú.
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