OPINIÓN

El pulso que mantienen Mas y Junqueras fuera de los focos

Junqueras en El Parlament

Junqueras en El Parlament / GETTY

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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Después de las dos solemnes conferencias públicas de Artur Mas, el 25 de noviembre, y de Oriol Junqueras,  el 2 de diciembre, el proceso soberanista catalán ha entrado en una  fase de calma chicha, insólita tras 12 meses de agitación permanente  desde que el 12 de diciembre de 2013, ayer hizo un año, cuatro partidos  (CiU, ERC, ICV y las CUP) pactaran la fecha, el 9-N de 2014, y la  pregunta de la consulta que finalmente se quedó en "proceso  participativo".

La calma obedece a que los dirigentes del proceso han optado por  desviar el foco para ocultar las diferencias entre las dos hojas de ruta  de Mas y Junqueras y dirimir de la forma más privada posible las  discrepancias. El presidente de la Generalitat y el de ERC se reunieron  discretamente el miércoles durante poco más de una hora, pero no  acercaron posiciones. Los contactos seguirán a partir de ahora también  entre los dos partidos, CiU y ERC, pero las posibilidades de llegar a un  acuerdo que no sea un apaño, pese a las esperanzas que proclaman ambas  partes, son escasas.

Divergencia total

En la cuestión fundamental, la divergencia es total. Mas anunció en  su conferencia en el auditorio del Fórum que solo convocará elecciones  anticipadas si hay una lista única entre CDC (Unió se da por descolgada)  y ERC, mientras que Junqueras respondió en su alocución en el Palacio  de Congresos que prefiere la llamada lista paraguas (distintas candidaturas independendentistas, aunque con apellidos o lemas, puntos programáticos y actos de campaña comunes).

Las posiciones son irreductibles en este punto. Mas estima que solo  una lista única de personalidades, con presencia de las dos principales  fuerzas soberanistas y que obtuviera la mayoría absoluta, podría ser  leída en España y en el mundo como un plebiscito sustitutivo del  referéndum a la escocesa que el Gobierno central no permite celebrar.

Junqueras, por el contrario, considera que el objetivo de conseguir  el mayor número de votos independentistas es más factible con listas  separadas porque cree que muchos electores de ERC nunca votarán una  lista encabezada por Mas y viceversa: el electorado más moderado de CiU  nunca apoyaría una lista en la que figurase ERC.

Las encuestas parecen dar la razón a Junqueras, ya que las publicadas por El Periódico de Catalunya y La Vanguardia coinciden  en que CiU y ERC obtendrían mejor resultado por separado que juntos,  sin alcanzar además la mayoría absoluta de la que ahora disponen (suman  71 diputados, tres más que la mitad más uno del Parlament). El mejor  resultado, por separado, sería de 67 escaños, mientras que juntos  podrían bajar hasta 58, según esos sondeos.

El 'factor Podemos'

Hay otro factor que debe tenerse muy en cuenta: la irrupción de  Podemos. La nueva formación, que en Cataluña no tiene aún ni líderes  conocidos, podría arrastrar entre 15 y 21 diputados, según esas  encuestas, con una mejora si la lista CiU-ERC es conjunta, porque la  pérdida de votos en el caso de la lista única se distribuye entre otros  partidos y beneficia también a Podemos.

Pero la presencia de Podemos también es interpretada de forma  distinta por CiU y ERC. Mientras en CiU opinan que una lista única  centraría las elecciones en la cuestión nacional y taparía el efecto Podemos,  en ERC piensan que la lista conjunta con el único objetivo de la  independencia expulsaría en favor de Podemos a votantes que priorizan  las reivindicaciones sociales.

Todo este camino de rosas ni se plantea, al parecer, que el resultado  electoral pueda dar al traste con esa proclamada mayoría  independentista que ni las elecciones europeas, las últimas celebradas,  ni el resultado del 9-N aseguran. Aunque los independentistas alcanzaran  la mayoría absoluta, las cifras estarían lejos de lo que sería una  mayoria suficiente para dar un paso de tanta trascendencia como declarar  la independencia o ejercerla de facto.

Presupuestos irreales

Las divergencias entre CiU y ERC afectan asimismo a la posibilidad de  que Cataluña disponga de Presupuestos para 2015 o Mas se vea obligado a  prorrogarlos por segunda vez desde que CiU recuperó el poder. Esquerra  amenazó incluso con presentar una enmienda a la totalidad si el  presidente de la Generalitat no adelantaba las elecciones, pero  finalmente no la ha formalizado, aunque sí ha enmendado parcialmente las  cuentas.

Unos Presupuestos, por otra parte, irreales, ya que presentan un  desfase entre ingresos y gastos previstos de 2.500 millones de euros que  el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, ha dejado al albur de que el Gobierno central pague las deudas que la Generalitat reclama y que el ministro Cristóbal Montoro no tiene ninguna intención de abonar.