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Pujol y Rato, solo vidas algo paralelas

Rodrigo Rato sale de declarar en la Audiencia Nacional por el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, en octubre del 2014.

Rodrigo Rato sale de declarar en la Audiencia Nacional por el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, en octubre del 2014.

Jesús Rivasés

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Todavía es pronto, pero pintan bastos. Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorros, uno de los principales 'think tank' económicos españoles, en su recién aparecido Panel de Previsiones, apunta que "el desafío soberanista restaría la mitad del crecimiento previsto entre el 1-0 y marzo del 2018 en Catalunya, pasando del 3,1% al 1,6%". No hace falta ser premio Nobel de Economía, ni aspirante como algún ilustre y colorido independentista, para concluir que el presagio es lúgubre. La mitad del crecimiento.

La institución que dirige Carlos Ocaña, que fue secretario de Estado de Hacienda con Zapatero, sintetiza en su panel las opiniones de 17 prestigiosos centros de estudio de la coyuntura, el de CaixaBank incluido. Advierte también  de que "la principal amenaza a que se enfrenta la economía española es la de una incertidumbre prolongada en Catalunya. Esta situación tendría un impacto de magnitudes impredecibles sobre la economía catalana y afectaría al resto del país". Considera poco probable el desastre, pero "no se puede descartar".

Los resultados de las elecciones del 21-D ofrecerán los primeros indicios sobre la probabilidad de un escenario tan catastrófico. Un mapa parlamentario similar al actual consolidaría la incertidumbre, salvo que el independentismo cambiara su discurso rupturista y lo demostrara con hechos. Los líderes nacionalistas-independentistas, salvo excepciones, nunca han hilado muy fino en economía. Carlos Solchaga, ministro de Felipe González durante un decenio, que acaba de publicar una especie de memorias de aquellos años "Las cosas son como son" (Galaxia G), explica que, por ejemplo, la visión de la economía de Jordi Pujol "era pobre, entendía las cosas generales, pero no podía afinar mucho más". Tampoco está muy claro el grado de 'finezza' económica de Carles Puigdemont, ni de Marta Rovira, apuntada como heredera por Oriol Junqueras, de quien se recuerda su histórico galimatías al responder a una pregunta económica de un corresponsal extranjero. No está escrito que haya que ser un superexperto económico para ser un líder político, aunque conviene tener ideas claras para evitar dislates.

Jordi Pujol, muy hábil con economía familiar y que eludió sentarse en el banquillo por el colapso de Banca Catalana -un pufo de 133.000 millones de pesetas de 1982, unos 3.500 millones de euros de 2017-, decía que todo está escrito en las "Vidas paralelas" de Plutarco. Muchos años después, Rodrigo Rato, que negoció el traspaso del 30% del IRPF a Catalunya con Pujol, afronta ante la Justicia  peticiones de cárcel por la salida a bolsa de Bankia, un asunto del que, por cierto, quizá el peor Gobernador del Banco de España de la democracia, Miguel Ángel Fernández-Ordóñez se ha ido de rositas, no ya legalmente -cuya responsabilidad era muy limitada- sino políticamente y ahora incluso se permite dar lecciones. Pujol, en los años ochenta, se envolvió en la bandera nacionalista y salió airoso. En Madrid, para Rato incluso es un hándicap haber sido vicepresidente en la época de Aznar. Pujol y Rato, vida solo algo paralelas y mucha incertidumbre en el horizonte.