Editorial

Pujol, ante la Audiencia Nacional

Se demuestre o no que el 'expresident' blanqueó capitales, su imagen está arruinada y es imposible de recuperar

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La escena nada agradable de un expresidente de la Generalitat declarando ante la Audiencia Nacional se produjo ayer. Jordi Pujol ya prestó declaración hace un año ante un juzgado de Barcelona por la misma causa, pero el paseíllo ante la Audiencia, por donde desfilan todos los protagonistas de los grandes casos de corrupción, impresiona mucho más. Pujol y su mujer, Marta Ferrusola, están acusados de blanqueo de capitales como miembros de una familia que, según el juez, es una «organización» en la que se repartían los papeles y el beneficio de negocios relacionados con el cobro de comisiones de empresas que tenían contratos con la Generalitat.

En su declaración de más de tres horas, Pujol negó las acusaciones y se reafirmó en que el dinero depositado en cuentas en Andorra procedía del legado que su padre, Florenci Pujol, dejó a Ferrusola y a sus siete hijos. La versión del legado o herencia ha quedado, sin embargo, cada vez más desacreditada a medida que han avanzado las investigaciones, en las que han colaborado de manera decisiva la justicia y los bancos de Andorra desbaratando las intenciones de la defensa, que confiaba en que la causa encallase en el secreto bancario del país pirenaico. La colaboración ha sido tan intensa que hace pocos días el juez José de la Mata pudo incluso interrogar en el principado a los testaferros de Pujol.

A la dificultad de hacer creíble la teoría del legado se suma el hecho de que Pujol aceptase poner a su nombre una cuenta que, en principio, se creía que era de su hijo primogénito. El expresident explicó ayer que lo hizo para salvaguardar el dinero de Jordi Pujol Ferrusola ante posibles demandas de la mujer de este, Mercè Gironès, en su proceso de divorcio. Esta acción del padre resta credibilidad a la alegación de que nunca tuvo relación con los negocios de sus hijos.

Pujol y su mujer, que se negó a declarar, quedaron en libertad sin medidas cautelares, pero su situación de investigados (antes imputados) se mantiene. Como defiende el juez, es muy difícil explicar el gran incremento del patrimonio familiar con negocios legales. Pero se demuestre o no el blanqueo de capitales del expresident, es indudable, por su propia confesión, que defraudó al fisco durante más de tres décadas con el dinero que mantuvo en el extranjero. Solo por esa actuación, y el engaño que la acompañó, su imagen ha quedado arruinada e imposible de recuperar.