Editoriales

Pujol, algo más que una confesión

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La confesión pública del que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años, Jordi Pujol Soley, de  haber defraudado a Hacienda desde 1980 al no haber declarado  una herencia de su padre, Florenci Pujol Brugat, «ubicada en el extranjero», supone una auténtica bomba política. Para salir al paso de una serie de informaciones filtradas en las últimas semanas, sin una paternidad clara, relativas a ingresos millonarios de dinero en cuentas andorranas a nombre de diversos miembros de la familia Pujol, el patriarca ha decidido salir al paso y cargar con toda la culpa. Con 84 años, el expresident comunica que sus hijos y su esposa, beneficiarios de la herencia de su padre (fundador de Banca Catalana), se han acogido ahora a la prórroga de la amnistía fiscal auspiciada en el 2012 por Cristóbal Montoro, una medida muy criticada en la sociedad, pero apoyada por CiU, en su momento.

En su declaración, el patriarca de los Pujol admite que el reconocimiento de estos hechos (en ningún momento se habla de cantidades defraudadas)  supone que «mucha gente de buena voluntad pueda sentirse defraudada en su confianza», y por ello pide perdón. Y esa es la segunda parte de esta espinosa cuestión. Pujol ha sido un símbolo de Catalunya durante su largo mandato y su influencia aún se mantiene en un mundo nacionalista que ha visto en las insinuaciones sobre irregularidades fiscales una maniobra para dañar el proceso soberanista. Sin que esta cuestión haya entrado en la vía judicial, la confesión y la disposición a comparecer ante la autoridades tributarias y judiciales españolas es  un duro golpe, por mucho que ayer mismo, Convergència se limitara a decir que se trataba de una cuestión personal.

Pero los problemas de los Pujol no son solo esos. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz investiga al hijo mayor del president, Jordi Pujol Ferrusola, por blanqueo de capitales, y un juzgado de Barcelona instruye el caso ITV, en el que está imputado otro hijo, Oriol, por cohecho y tráfico de influencias. Unas imputaciones, que a las puertas del procesamiento, han forzado su renuncia a la secretaría general de CDC y el fin de su carrera política. Ante esta situación, a Artur Mas, a CDC, y a los Pujol se les abre un incierto futuro en un momento muy delicado, que puede dañar más la precaria situación de la aún principal fuerza nacionalista.