EL RADAR

La puerta de Tannhäuser

Todos deberían aceptar que ni el independentismo ni los que quieren seguir en España van a desaparecer tras el 21-D como lágrimas en la lluvia

Rutger Hauer en 'Blade runner'.

Rutger Hauer en 'Blade runner'.

JOAN CAÑETE BAYLE

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Citando al glorioso Nexus 6, hemos visto cosas que hace no tanto no nos hubiéramos creído: a varios consellers y a un vicepresidente de la Generalitat entrar en la cárcel; a una presidenta del Parlament menospreciar la institución; a un president de la Generalitat dejar de serlo y darse de inmediato a la fuga; a un líder de Unió concurrir en unas elecciones en las filas del PSC; a Ciutadans disputarle en las encuestas la victoria a ERC en unas elecciones autonómicas; una declaración de independencia a lo CUP pero sin arriar la bandera; a la prensa europea despistada; unas urnas escondidas en copas de árboles; a bancos y empresas catalanes yéndose de Catalunya; a Piolín en un buque convertido en cuartel; una DUI, un 155; a la Guardia Civil y la Policía Nacional cargando contra votantes; a los estudiantes de la Autònoma cantándole 'Boig per tu' a una periodista de la Sexta; a políticos afirmando que el 1-O recibieron un mandato democrático; a Mariano Rajoy tomando decisiones sobre Catalunya; autocrítica que no es tal; 155 monedas de plata; a Ada Colau intentando caminar por encima de las aguas; a miles de personas manifestándose una y otra vez sin un solo acto de violencia; a ultraderechistas campar con impunidad; a un Govern alentando huelgas; a policías escribiendo tuits políticos; a por ellos; al Senado haciendo algo; a políticos abominando de unas elecciones a las que se presentan; a Mireia Boya prometiendo una paella; a toda Catalunya bailar el ritmo del mambos; a Bruselas teñida de estelades; a hackers rusos; al nanotecnólogo Jordi Hernández Borrell; a Mossos d’Esquadra vitoreados; a Julian Assange escribir con acento de Vic; a Artur Mas y sus bienes embargados; a un sanedrín misterioso; a un president de la Generalitat decidir convocar elecciones, desdecirse, abominar de ellas y concurrir... No son naves en llamas más allá de Orión, ni Rayos C brillando en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, pero dudo mucho de que estos momentos –y otros muchos que me gustaría olvidar– vayan a perderse en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Al contrario, están muy presentes en la mente, y sobre todo los corazones, de unos electores llamados a votar en unas elecciones que son cualquier cosa menos normales. Están presentes en las decenas y decenas de cartas que envían los lectores a Entre Todos, y están presentes en la conversación pública y en la propaganda de los partidos. Más que nunca, estas son unas elecciones irracionales. Los momentos vividos no se pierden como lágrimas en la lluvia, al contrario: los ojos preñados de lágrimas (de tristeza, de indignación, de rabia) impiden ver con claridad qué hay más allá de la puerta de Tannhäuser.

En este sentido, los partidos del bloque contrario a la independencia de Catalunya funcionan a contrapié. Pretenden utilizar argumentos racionales (el daño económico, la legalidad vulnerada, la quiebra de la cohesión social, las empresas que se han ido, el limbo en el que se encuentra Catalunya, sin nadie que la gobierne desde hace una buena temporada, el papelón de Puigdemont y su 'troupé' belga) en tiempos puramente emocionales. ¿No les pasará factura a los partidos independentistas que Ítaca fuera una impostura, que no hubiera ni estructuras de Estado ni reconocimiento internacional, ni una triste bandera arriada en algún organismo oficial? ¿No pedirán cuentas los votantes independentistas a los suyos por haber exagerado, tergiversado o, simplemente, fracasado con la DUI?

Pasar cuentas

La respuesta es sencilla: no, todo indica que muy pocos lo harán. Los electores independentistas, muy movilizados, votarán como un bloque y sí pasarán cuentas. Pero por otros asuntos: por las cargas policiales del 1-O; por Estremera y Soto del Real; por el discurso del Rey; por Piolín; por el «a por ellos»; por Xavier García Albiol; por el selfi de Miquel Iceta; y así hasta sumar 155 razones. ¿Emotivo? Seguro. ¿Irracional? Defina usted racional.

Hay dos bloques que se mueven por pasiones y razones muy diferentes, si no opuestas. Ese es un hecho. Y los unos no entienden el mundo en que viven los otros. Ese es otro hecho. Sea cual sea el resultado del 21-D, antes de cruzar la puerta de Tannhäuser haríamos bien todos en aceptar que hay que convivir con las miles de personas que forman cada bloque, que ni el independentismo ni los que quieren seguir en España van a desaparecer el 22-D como lágrimas en la lluvia.