Editorial

Un puente entre Merkel y Tsipras

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Hay grandes diferencias, pero también voluntad de acuerdo. Este es el resumen de la reunión en Berlín entre Angela Merkel y Alexis Tsipras, su primer cara a cara. Llegar a esta conclusión después de la gran desconfianza reinante entre ambos países, que se ha visto reflejada en portadas de la prensa y falsos montajes fotográficos, significa que nadie quiere romper la vajilla europea. Dos meses después de ganar las elecciones y tras unas primeras intervenciones en las instituciones europeas poco apreciadas por el resto de socios comunitarios, el Gobierno griego ha entendido que había que ganarse a la cancillera, que las cumbres y otras reuniones de mandatarios de la UE podían ser un campo de minas para Atenas.

En este sentido, la reunión de ayer tenía más de operación de relaciones públicas que otra cosa porque las decisiones se toman en el marco del Eurogrupo. Se trataba de construir puentes entre quien realmente tiene el poder en Europa y quien más necesita del apoyo de este poder frente a otros socios -como España o Portugal- que miran con grandísimo recelo cualquier concesión a Grecia. Tsipras se fue de Berlín con un compromiso de Merkel, eso sí genérico, sobre la necesidad que tiene aquel país de crecer, y el primer ministro heleno reconoció errores cometidos. Si estas palabras responden a un nuevo clima, mucho se habrá ganado, sobre todo cuando para Grecia tiempo y dinero están llegando a su fin. Y a muchos socios se les está acabando la paciencia.