La rueda

Se pueden comprar libros sin dinero

JULI CAPELLA

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Soy entusiasta de una iniciativa internacional de la organización Adbusters que fracasa estrepitosamente año tras año: el Nothing buy day, en el que se anima a la gente a no comprar nada de nada. Estar un día entero sin echar mano de la cartera, ni que sea para el diario o un café, es harto difícil, pruébenlo. Tienen otra campaña que consiste en estar una semana con la tele apagada; esto resulta mas fácil a la vista de la deplorable parrilla.

Ahora llega una iniciativa local con ánimo global bautizada 1010 ways to buy without money, igual de absurda y condenada asimismo al descalabro. Todos sabemos que si no hay pasta de por medio, nada funciona. La idea surgió de la calenturienta mente de los publicistas Carlitos y Patricia hace cuatro años, horrorizados porque Sant Jordi se había convertido en otro truco para vender, libros o rosas, qué más da. Y lanzaron el eslogan Las cosas no son gratis, pero se pueden comprar sin dinero. Tú envías un libro que ya has leído y te gusta, y le pones un precio no crematístico. Por ejemplo: llama a tu madre y dile que la quieres, adopta un perro, baila la conga o deja de fumar. Quien se lo quede deberá cumplir con el trato. El año pasado se hicieron más de 400 transacciones. Algo muy naíf comparado con los millones de libros y rosas que sí se vendieron en euros, pero tal vez haya ahora alguna mamá muy contenta y alguien alejando su cáncer de pulmón.

El trueque nos habla de otra forma de transar que apenas consideramos. No se trata de si lleva IVA o no. Hay alguien que, harto de gastar en quincalla, le regala a su ahijado tiempo, una tarde entera jugando. Y además habrá disfrutado de un libro, doble ganancia. Pequeños gestos disparatados que, si bien no cambian el mundo, al menos nos alegran la semana. Estratagemas para acallar una conciencia cada vez más sucia y rodeada de detritus.