No puede ser peor que Bush

Trump hace el signo de la victoria, en su discurso tras proclamarse vencedor de las elecciones.

Trump hace el signo de la victoria, en su discurso tras proclamarse vencedor de las elecciones. / periodico

RAMON LOBO

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Seamos positivos: no lo puede hacer peor que George W. Bush, que inició las guerras de Afganistán e Irak, cuya desastrosa gestión alumbró el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) y provocó la destrucción de Siria. No puede ser peor para la economía (o quizá, sí) que Reagan y Thatcher, los liberalizadores que desmontaron los controles del Estado sobre los mercados y los bancos y sentaron las bases de la hecatombe financiera y económica de 2007 y 2008.

La victoria de Trump tendrá un impacto en Siria. Habrá que esperar a que tome posesión y elija su equipo. No es solo una cuestión de nombres. Necesitará mucha empatía con los aliados (OTAN) y los no aliados. El Trump candidato ha sido afable con Vladimir Putin, algo que parece recíproco. De los grandes amores surgen las grandes decepciones. En este escenario, la imprevisibilidad del presidente electo supone un peligro potencial.

Antes de que surja el desamor, tenemos los hechos: Trump está de acuerdo con Putin en que el presidente sirio, Basar el Asad, es el menos malo. No discute su historial delictivo, ni su responsabilidad en la guerra y en los muertos, lo que discute es quién o quiénes son la alternativa para acabar con la guerra. No confía en ninguna de la treintena de guerrillas que pululan sobre el terreno. Ve a Asad como solución de urgencia; después se verá. El problema es que esta salida cínico-pragmática también llega tarde, pero él aun no lo sabe.

El Trump que hemos visto en campaña criticó los derrocamientos de Sadam Husein y Muamar el Gadafi. Lo que no queda claro es cómo va a luchar contra el yihadismo más allá de las bombas, la verborrea, el cierre de las fronteras y la criminalización de los refugiados sirios. No hay un plan para las víctimas.

No existen las soluciones mágicas en Oriente Próximo. Surgieron nuevos actores en un mundo que tiene un relato común gracias a televisiones como Al Yazeera. Irán representa hoy mejor los intereses occidentales que Arabia Saudí, que siempre tuvo un trato especial con los Bush; y están Turquía y los kurdos. ¿Qué hará Trump?

EL MURO CON MÉXICO

El muro con México es el símbolo de una manera xenófoba y simplista de pensar. El muro existe. Lo que ha prometido es completarlo, que cubra los 3.185 kilómetros. Pero será inútil contra el narcotráfico porque el problema de la droga está más en el gran mercado consumidor que es EEUU que en los países productores o de tránsito.

Será además un muro psicológico y político. Afectará a los 11 millones de indocumentados que viven en EEUU y que tienen un papel esencial en la economía. Muchas empresas prefieren los sin papeles porque también son los sin derechos. Otro reto es Cuba. ¿Qué hacer? ¿Seguir con el deshielo, endurecer las condiciones, volver atrás?

Preocupa Trump porque es el tipo que preguntó a un asesor, “¿por qué no podemos usar la bomba atómica?”. Y tendrá el dedo sobre el maletín del Juicio Final. La buena noticia es que ni siquiera los presidentes de EEUU tienen tanto poder: Obama no ha logrado cerrar Guantánamo. Hemos creado, con la ayuda de Trump, un personaje de Gotham. Cualquier mejora parecerá un milagro. Toca esperar y ver.