PSOE-Podemos: No descartemos nada

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. / periodico

CARLOS ELORDI

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Hace poco más de cuatro meses, la política oficial del PSOE era la del entendimiento con el PP. La actual dirección socialista defiende la oportunidad de establecer acuerdos entre su partido y Unidos-Podemos. La entrada de esta última formación en el Gobierno de Castilla-La Mancha, presidido por García-Page, uno de los barones que más ha combatido a Pedro Sánchez, ha dado incluso verosimilitud a la hipótesis de una moción de censura conjunta y no a muy largo plazo.

Termine como termine, la posibilidad de un pacto de izquierdas contra el PP es ya la gran novedad del escenario político español. Y puede terminar siendo la referencia de buena parte del resto de las dinámicas que se produzcan en el mismo. El Partido Popular no sólo carece de una mayoría en el Congreso de los Diputados -y por mucho que Ciudadanos cubra ese déficit eso es una debilidad-, sino que ahora tiene enfrente al fantasma de que ese pacto pueda concretarse. Y encima está bajando en los sondeos.

Esta situación, imprevisible hasta hace poco, es consecuencia directa del terremoto interno que sufrió el PSOE en las primarias de mayo. Para batir a Susana Díaz y a la vieja guardia socialista, Pedro Sánchez no pudo sino alzar la bandera de la izquierda y denostar sin ambages la política de entendimiento con la derecha, que, por otra parte, nunca le entusiasmó. Y ese giro llevaba inevitablemente a cambiar de actitud hacia Podemos, a levantar el veto a la formación de Pablo Iglesias.

HASTA LAS GENERALES, O NO

En ese terreno -a la postre, sólo de buenas palabras- estamos y así seguiríamos hasta las próximas elecciones generales, en la que los dos partidos tendrán que enfrentarse abiertamente para tratar de conquistar los millones de votos que claramente se disputan. Si no fuera porque no se puede descartar que, entre medias, el PSOE y Podemos propicien una moción de censura.

Esa iniciativa únicamente tendría éxito si la apoyaran las formaciones independentistas catalanas o bien Ciudadanos. Y ambas opciones son tajantemente imposibles en las actuales condiciones políticas. Pero tras el 1 de octubre las cosas pueden cambiar. Ocurra lo que ocurra ese día, lo importante es cómo se colocarán las fuerzas independentistas y los partidos españoles en el escenario que se cree inmediatamente después. Y de ahí pueden surgir dinámicas actualmente impensables.

La hipótesis más desfavorable para Rajoy es la de que el PSOE, y Podemos, acuerden en otoño una fórmula para reformar el estatus de Catalunya en España con todos o con parte de los independentistas. Ese eventual acuerdo sería el pórtico de la moción de censura.

Es obvio que esa salida chocaría con la oposición frontal de una parte no despreciable del PSOE y que Pablo Iglesias tendría que trabajar mucho para que la aceptara todo su partido. Pero parece también muy difícil que, una vez pasado el 1-O, el PP pueda seguir teniendo maniatados a los socialistas en lo que a la cuestión catalana se refiere. A menos que ese día termine en desastre.