¿Una séptima vida para Sánchez?
Con su golpe de efecto, el exlíder del PSOE pretende erigirse en icono de la resistencia frente a Susana Díaz. Otra cosa es que acabe encabezándola
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El tiempo dirá si el golpe de efecto que Pedro Sánchez ha protagonizado en el Congreso esculpe su epitafio político o la piedra inaugural de un renovado PSOE. Por de pronto, al renunciar al acta de diputado para no precipitarse en el pozo de la abstención ante la investidura de Mariano Rajoy, el derrocado líder socialista pretende erigirse, con su escaño vacío, en icónico jefe de la oposición interna a la gestora gestada por Susana Díaz. Ahora bien, cuando los focos se apagan no todos los iconos resisten bien el paso del tiempo.
Tantas veces se ha reinventado Sánchez que quizá aún disponga de una séptima vida. Fue el valido de Díaz en las primarias del PSOE para luego zafarse de su oprimente tutela. Fue la cara nueva de la vieja política hasta que le espetó a Rajoy un "indecente" con acento podemista. Fue el socio que se centraba y centraba a Albert Rivera antes de presentarse como supuesto muñidor de una alternativa de izquierdas y conciliadora con el independentismo catalán que solo en sus sueños sumaba. Fue, al cabo, el prófugo que zigzagueaba a la desesperada más para esquivar las balas del fuego amigo que para alcanzar meta alguna.
El capital político que atesora --mayor entre los votantes del partido que en sus bases, notable entre estas y exiguo en la dirigencia-- tal vez le sirva para atrincherarse en la resistencia. Que la acabe liderando es harina de otro costal.
UNA RAYA EN LA ARENA
Ambos, Susana y Pedro, Pedro y Susana, han trazado en la arena la raya que separa a los dos bandos del socialismo malherido; a los demás les tocará tomar partido ante un congreso federal que, bajo la égida del aparato meridional, será más tarde que temprano. Pero será.
La principal incógnita, tras el tsunami registrado este sábado, es si la Gestora, en mayúscula, enhebrará la aguja de coser el partido o empuñará la daga para coser a cuchillazos a la minoría rebelde. Como botón de muestra, estos días se ha amenazado a Sánchez con expulsarlo del partido si quebraba la disciplina de voto, munición de grueso calibre que perseguía, amén de inhabilitarlo para la reelección, disuadir a quienes todavía no profesan la Fe Verdadera.
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